Fez, el Marruecos más auténtico

Tatuaje de henna en Fez, Marruecos

Viajar a Fez fue pura casualidad y todo un descubrimiento. Empezó al descubrir en Ryanair un vuelo insultantemente barato: 18 euros i/v. ¿Quién podría resistirse a ese precio? Yo, que soy una apasionada de Marruecos, por supuesto que no.

Poco sabía yo de esta increíble ciudad. Marrakech me sorprendió pero esta todavía más. Me pareció 15.000 veces más cochambre (sin ofender, que para mí es una característica positiva), hasta que leí una mejor forma de describirla: la ciudad más auténtica, probablemente, de Marruecos.

Varias cosas aprendí en este viaje a Fez:

– Fez es, de las cuatro ciudades imperiales (Marrakech, Rabat, Fez y Meknes), la más antigua y tradicional.

La Medina de Fez es la zona urbana sin coches más extensa del mundo.

La Universidad de Fez (Al Karaouine) es considerada la más antigua del mundo.

– En Fez descubrí lo que es una madraza: una antigua escuela coránica. Pueden visitarse varias.

¿Cómo llegar del aeropuerto de Fez a la Medina?

 

El aeropuerto de Fez se localiza a unos 15 km del centro de la ciudad. Cuando sales de la terminal, enseguida ves un cartel con los precios de los taxis. A Ville Nouvelle (la zona nueva y donde viven los extranjeros) el trayecto son 120DH (unos 12 euros). No cabe posibilidad de regateo porque son precios fijos. Si vas a la Medina, como fue mi caso, tratarán de cobrarte 150DH «porque está más lejos». Trata de negociar y pagar solo 120DH. Se puede.

También hay un servicio de buses hasta la estación de tren por 20DH (unos 2 euros). Nunca me quedó claro el horario pero, si dispones de tiempo, no pierdes nada por esperarlo, pues la diferencia de precio es abismal.

¿Dónde alojarte en Fez?

 

Antes de hablar de ello, conviene repasar los tres barrios más importantes de Fez: Medina Fez el Bali, Medina Fez el Jdid y Ville Nouvelle.

Yo me alojé en un riad preciosísimo llamado Riad La Source Bleue, muy cerca de Bab Rcif (Bab= puerta), una de las puertas que da entrada a la muralla. Por una habitación triple (iba con dos amigos más) pagamos cada uno 10 euros la noche con un desayuno delicioso incluido. Además, la plaza Rcif tiene mucha vida por la noche y es una de las mejores formas de comenzar a recorrer la Medina Fez el Bali.

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Ambientazo en la Plaza Rcif

¿Qué ver en Fez, Marruecos?


En Fez el Bali


Lo primero que hay que hacer en Fez es adentrarse en el zoco y dejarse llevar, sin planes ni mapas (porque no los entenderás, más que nada). Si arrancas desde Bab Rcif puedes tomar como destino Bab Bou Jeloud (la puerta más famosa de Fez y en cuyos alrededores se encuentran decenas de restaurantes ideales para comer, cenar o tomar un té).

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Bab Bou Jeloud: entrada principal a la Medina

Mientras recorras los zocos y los ojos se te vayan detrás de las lámparas de colores, los collares o las chilabas, empezarás a toparte casi sin darte cuenta con los puntos de interés. En serio, no falla. No los buscas pero increíblemente los encuentras:

– Plaza Seffarine. Inconfundible por el sonido que hacen los artesanos al golpear el metal. No en vano, también se llama la plaza de los caldereros porque aquí trabajan el cobre para producir objetos como ollas, teteras, etc.

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Plaza Seffarine con los característicos caldereros

Mezquita Al Karaouine. Alberga la universidad más antigua del mundo aunque, desgraciadamente, no se puede entrar. En las inmediaciones, algún local te ofrecerá ir a la terraza de un bar desde la que se observa a la perfección. En realidad, solo se ve el tejado pero merece la pena seguirle porque a cambio tendrás la oportunidad de tomarte un té a la menta con espectaculares vistas de Fez.

Mausoleo de Mulay Idrís. Mulay Idrís fue rey de Marruecos en el siglo IX y es patrón de Fez. De nuevo, no se puede entrar a este vistoso santuario aunque desde la puerta tendrás una grata perspectiva.

– Madraza o Medersa Attarine. Se denomina así por estar situada en el zoco de las especias. La entrada son 10DH (1 euro) por lo que, aunque únicamente cuenta con un patio con una fuente en medio, merece la pena entrar. Data del siglo XIV y está muy bien conservada.

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Madraza Attarine

– La Curtiduría. Uno de los must de Fez. Esperaba esta visita con mucha ilusión. No obstante, solo puede visualizarse desde la azotea de una tienda (tranquil@, ya te captarán para indicarte). Increíble el colorido, increíble el trabajo que realizan los trabajadores del cuero e increíble el olor que desprende aquel lugar. No en vano, te obsequian con una rama de menta para mitigarlo.

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La colorida Curtiduría

– Barrio Andaluz. Surge a consecuencia de la emigración de familias musulmanas en el siglo IX procedentes del sur español. Destaca la Mezquita de los Andaluces.

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Mezquita de los Andaluces

En Fez el Jdid

 

– Palacio Real. Para llegar hasta aquí, lo mejor es ir en taxi. Los taxis en Fez (excepto de y hasta el aeropuerto) son baratos, así que no temas. El Palacio Real es uno de los mayores y más antiguos del país y tampoco puede visitarse por dentro, de modo que hay que conformarse con inspeccionar sus exteriores. El Palacio Real es la puerta de entrada al Barrio Judío.

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Palacio Real

– Barrio Judío (Mellah). Su calle principal destaca por los balcones exteriores, tan diferentes de los tradicionales marroquíes. Un local espontáneo, de esos que aprovechan la mínima ocasión para ejercer de guía, nos estuvo haciendo una ruta por las profundidades de este barrio. Me pareció un pesado pero me impactó la dejadez de las calles (algo muy común en Fez) que nos mostraba. También nos enseñó cuál era la casa del rabino y un bloque de viviendas cuyas vistas daban al cementerio, las cuales, según nos explicó, eran para los menos pudientes de Fez.

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Barrio Judío y sus típicos balcones

En conclusión

  • De Fez me gustó su caos, sí, su caos. Me encanta conocer sitios que nada tienen que ver con Europa y, en general, con Occidente.
  • Me gustó el área de restaurantes para cenar cerca de Bab Bou Jeloud, la mayoría con similar menú y precios pero, al fin y al cabo, podías variar cada día.
  • También me enamoró el té moruno, que ya había probado en Marrakech, y que tomaba sin cesar y con cualquier excusa.
  • En Fez probé por primera vez el zumo de caña de azúcar. ¡Qué bueno! Solo lo encontré en un puesto en la Plaza Rcif.
  • Me flipó el contraste de estar en un oasis de paz como era el riad y abrir la puerta y descubrir un nuevo mundo, casi de ficción, ahí fuera. Burros paseando, ruido, polvo, gritos, carros, vendedores…
  • Lo que más me impresionó fue la Curtiduría. Nunca había visto nada igual y no podía dejar de observarla, a pesar del olor.
  • Me entusiasmó la idea de comprarme una chilaba y pasear por las calles laberínticas y mal asfaltadas de Fez.
  • Y, finalmente, me cautivó el atardecer desde las Tumbas Meriníes, que no he mencionado anteriormente. Idílico paraje que ofrece grandiosas (algunos dicen que las mejores) vistas de Fez. Se trata de una necrópolis en ruinas que fue levantada para acoger los restos de los sultanes meriníes allá por el siglo XIV.

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