Viajar a un país musulmán en Ramadán, ¿sí o no?

Viajar a un país musulmán en Ramadán

Este año parece que me volví Marruecos-adicta y, después de visitar la ciudad de Fez en mayo, comencé a planear nuevo viaje para finales de junio. En esta ocasión, sería un tour por tres ciudades: Rabat, Asilah y Chaouen. Cuando compramos el vuelo, en lo único que reparamos fue en encontrar la mejor oferta. Unos días más tarde me enteraría de que ¡nos pillaría Ramadán de pleno! En un principio no sabía si eso nos beneficiaría o perjudicaría como turistas, así que me puse a investigar un poco en Internet. ¿Es recomendable viajar a un país musulmán en Ramadán?

Me sorprendió que en muchos foros comentaban que viajar a un país musulmán en el mes sagrado de Ramadán es una experiencia inolvidable y muy curiosa para el viajero. Desde mi punto de vista, y después de haberlo comprobado in situ, no solo me parece una situación absolutamente prescindible, sino que, además, es bastante fastidiosa para el turista.

Y es que, ¿qué supone celebrar el Ramadán? A efectos prácticos, durante un mes entero, los musulmanes no pueden comer ni beber durante la mayor parte del día, es decir, practican el ayuno desde el alba hasta la puesta de sol. Durante esas horas tampoco pueden realizar otros actos como mantener relaciones sexuales o fumar.

Después de ser testigo del ajetreo incesante de Fez, cuando llegamos al centro de Rabat desde el aeropuerto (serían alrededor de las 21.00 horas), me sorprendió encontrarme una ciudad paralizada, sin coches ni ruido ni gente por las calles. Pensé: «vaya, parece que la capital de Marruecos es mucho más tranquila que otras ciudades». Pero nada de eso, la razón de esa paz era que hace pocos minutos (en junio-julio de 2015 la puesta de sol se producía en torno a las 20.35) había terminado el ayuno (por ese día, claro) y los marroquíes echaban el cierre a sus puestos y se iban a casa a darse un festín con su familia. Por supuesto, esa aparente tranquilidad duraba escasas horas, ya que, enseguida, las calles volvían a lucir su aspecto bullicioso habitual.

Durante Ramadán, por las noches, y debido a la ruptura del ayuno, Marruecos recupera su color y su vida y todos los restaurantes y cafés están abiertos al público. Menciono esto en comparación al día, pues, por ejemplo, en ciudades no tan turísticas como Rabat puede ser una auténtica odisea encontrar algún local para comer.

Por supuesto, hay ciertos restaurantes «para turistas» que permanecen abiertos en la franja del ayuno, como por ejemplo McDonald´s. Es por ello que para quienes deseen empaparse de la verdadera gastronomía marroquí, el hecho de viajar en Ramadán puede no satisfacer sus necesidades.

Encontrar un restaurante para comer puede ser una odisea

Por experiencia propia, en Rabat fue casi misión imposible encontrar un restaurante para comer (no así para cenar que, como he mencionado, por la noche Marruecos renace) durante los días que estuvimos. También hay que decir que en Asilah y Chaouen, mucho más turísticas, la búsqueda fue menos complicada.

A esta desventaja tengo que añadir otra. Por supuesto, el turista no está obligado a sumarse al ayuno pero lo que sí debe hacer es respetar. ¿Qué significa esto? Por ejemplo, tratar de no beber o fumar en público o descaradamente en las horas en las que los musulmanes no pueden. Os cuento una anécdota.

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Un gato, probablemente hambriento, en Chaouen

Para ir de Rabat a Asilah cogimos un tren con compartimentos, es decir, viajábamos en un habitáculo que constaba de ocho plazas, enfrentadas cuatro a cuatro. Esto implica que el mínimo movimiento que hicieras, dado el espacio reducido, iba a ser visto por los otros siete pasajeros. Entonces, ¿qué pasaba si era la hora de comer y, como es normal, Andrea tenía hambre? Pues pasaba que tenía que aguantarme porque no iba a ser yo quien se atreviera a abrir mi flamante paquete de embutido en un espacio tan pequeño como ese y ante la incisiva mirada de mis compañeros de viaje.

Conclusión: por respeto (algo que siempre tuve claro) me esperé hasta que llegamos al destino y me pude esconder en un rincón para probar el salchichón marroquí que tenía tan buena pinta. Si tengo que ser sincera, realmente lo abrí a la desesperada en el taxi, previo consentimiento del conductor, que se desternillaba 🙂

Entonces, ¿viajar a Marruecos en Ramadán? No, si lo puedes evitar. No vas a ver un Marruecos más excitante y puedes tener complicaciones para encontrar comida durante el día. ¿Alguna ventaja? Puede resultar interesante escuchar cómo desde la mezquita se comunica a los fieles que ha acabado el ayuno y observar cómo se lanzan estrepitosamente a sus manjares, de antemano preparados para tan esperado momento.

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