Si no hubiera sido porque cuesta unos 900 dólares la noche, me hubiera encantado alojarme en el Hotel Giraffe Manor, cuyo mayor atractivo es que está en un entorno en el que un grupo de jirafas se pasea como si nada. Esto supone que puedes desayunar o almorzar en su espectacular terraza mientras las jirafas están a escasos metros (o incluso centímetros) de ti.
El Hotel Giraffe Manor es uno de los hoteles más exclusivos de Nairobi. Se ubica en el barrio de Langata, muy cerca de Karen, dos de los distritos más prestigiosos de la capital de Kenia. El nombre de Karen, de hecho, se puso en honor a Karen Blixen, autora de ‘Memorias de África’, quien vivió en esa área unos cuantos años.
Este hotel es, en realidad, una histórica casa señorial cuyos orígenes se remontan a la década de los 30 cuando, según parece, comenzaba el boom de los safaris en el este de África. La fachada pareciera sacada de la mencionada película, con sus jardines y sus aires de mansión.
Pero no es su elegancia ni su exquisitez lo que atrae a los entusiastas adinerados de los safaris, sino la experiencia única que ofrece. El lugar en el que está ubicado el hotel es el hogar de una manada de jirafas Rothschild, una especie en peligro de extinción. Las jirafas efectivamente campan a sus anchas por los jardines, aproximándose tanto a los huéspedes que hace que su estancia sea inolvidable.
En realidad, estas jirafas pertenecen al Giraffe Center, un centro de protección de jirafas localizado a pocos metros del hotel. La mejor parte es que este santuario sí se puede visitar a un módico precio. Si eres turista, la entrada cuesta cuatro veces más que si eres residente. En estos lares, todo es así, pero este lugar sí merece la pena.
La experiencia de dar de comer a las jirafas en Nairobi
El reclamo del Giraffe Center es que puedes dar de comer de tu propia mano a estas jirafas que viven en semilibertad y sin riesgo alguno. Cuando entras, te dan una bandejita con bolitas de comida que a las jirafas les flipa. Entonces, caminas por una pasarela elevada hasta tu encuentro con ellas. Con un poco de suerte se te acercará una, pero lo normal es que poco a poco vayan animándose todas y así puedes ver tres, cuatro o cinco jirafas esperando por su snack. También hay algún que otro jabalí rondando por ahí, pero claro, habiendo jirafas, a ellos, tan feítos, nadie les hace mucho caso.
Es muy emocionante ponerse la bolita de comida en la palma de la mano y observar cómo la jirafa, a un palmo de ti, saca su larga, gris y áspera lengua y se lo come. Por lo visto, hace no mucho, podías ponerte la bolita en la boca y en la foto parecía que os estabáis dando un beso.