Hoy me apetece hablar de Edimburgo, que visité en 2005 y que supuso mi primer viaje al extranjero. No solo era la primera vez que salía de España, sino la primera vez que iba a trabajar. Por delante teníamos todo julio y agosto, meses en los que íbamos a desempeñar tareas de housekeeper.
Mi inglés en esa época era «nivel de instituto», nefasto, y eso que yo había sido durante los dos años de Bachillerato la mejor de la clase en esta asignatura. Y encima Escocia no es precisamente la cuna del inglés neutro.
Edimburgo no solo es la capital de Escocia (Reino Unido), sino una de las ciudades más bonitas del país. La recuerdo como una ciudad marrón, de calles empedradas, lluviosa, con encanto, mágica…Además, para mí cada rincón era especial, ya que era la novedad. Por vez primera vi a los típicos escoceses con falda (la tradicional kilt) paseando tan tranquilos por la calle, tan pelirrojos ellos, tan borrachines…
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Una calle en Edimburgo |
Uno de sus mayores atractivos es el Castillo de Edimburgo, situado sobre la colina de Castle Hill, visible desde muchos puntos de la ciudad. De este parte la denominada Royal Mile (Milla Real) que comunica la fortaleza con el Palacio de Holyroodhouse.
Se trata, probablemente, de la calle más importante de Edimburgo. Sobre el Palacio hay que mencionar que es la residencia oficial en Escocia de la Reina de Inglaterra. En tu paseo por la Royal Mile te toparás con, entre otros sitios, la Catedral de Saint Giles.
De interés son, asimismo, los Jardines de Princes Street, un parque urbano desde donde divisar fácilmente el Castillo. Además, cuando por fin sale el sol en la ciudad puede que sea el lugar más popular de la misma.
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Monumento a Scott |
Aquí se sitúa el Monumento a Scott (o torre de Mordor como la llamábamos en mi época), construido en estilo gótico en honor al escritor Sir Walter Scott, y la coqueta fuente Ross.
La calle Princes se ubica en la llamada ciudad nueva (construida en el siglo XVIII); al otro lado, se extiende la ciudad vieja, donde se localiza la mayoría de edificios históricos y monumentos. Ambas zonas se encuentran muy bien delimitadas.
También Edimburgo es una tierra de tiernas historias. Una de ellas la protagoniza un perro (cuya estatua aún podemos ver en Chambers Street), ‘Bobby‘. Cuenta la leyenda que tan adorable animalito (probablemente fuera el perro más fiel del mundo) se pasó 14 años sin moverse de la tumba de su dueño, desde que este falleciera, hasta que le llegó su turno.
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Calton Hill |
Finalmente, hay que destacar Calton Hill, una colina donde se asientan monumentos como el Monumento Nacional de Escocia o el Monumento a Nelson. Una visita imprescindible en la que pasar la mañana entre divertidas fotografías.
Respecto a museos, yo no vi ninguno de ellos, pero hay que hacer caso a las sabias guías que recomiendan sobre todo la National Gallery, el Museo de Edimburgo y el Museo Nacional de Escocia.
Como colofón, si tu visita es en el mes de agosto estás de suerte, porque es cuando tiene lugar el Festival Internacional de Edimburgo, un prestigioso evento cultural a nivel mundial.