Pamukkale: un paraíso en plena Turquía

Gracias a la información que me proporcionó una de mis mejores amigas, tuve la oportunidad de realizar un viaje a Turquía con jóvenes de varios países europeos como parte del grupo ‘Youth in action’, subvencionado por el Fondo Europeo.
El destino sería Denizli, una localidad situada a aproximadamente 600 kilómetros al sur de Estambul sin, a priori, nada que llamase la atención. Sin embargo, esta ciudad turca se ubica a 20 kilómetros de una de las grandes maravillas del país declarada Patrimonio de la Humanidad: Pamukkale.

Pamukkale significa «castillo de algodón» y es que, precisamente, ese es su aspecto: el de una enorme montaña blanca. Desde el propio pueblo que lleva su mismo nombre no se aprecia su gran tesoro: las piscinas naturales que acoge en su interior.

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Y es que, una vez en la cima y tras el previo pago de 20 liras turcas (1 euro= 2,50 liras), puede divisarse la cantidad de cascadas azules que contrastan con el blanco de este acantilado de caliza.
Es increíble bañarse en cualquiera de estas piscinas de agua cristalina que gozan de una temperatura más que agradable. Igualmente, quienes disfruten con el cuidado de la piel, deben saber que otro de los atractivos de este lugar son sus barros.

Con tanta emoción que nos suscitaron las piscinas, prácticamente nos olvidamos de Hierápolis, las ruinas de una antigua ciudad. Ahora veo las fotos en Internet y me arrepiento mucho de no haberlo visitado.

Bueno, llegados a este punto, quizás os preguntéis cómo llegar a Pamukkale. Solo os puedo hablar de mi experiencia. Denizli tiene aeropuerto, así que si podéis llegar hasta aquí en avión tendréis bastantes opciones de autobuses que os lleven hasta Pamukkale. Si el vuelo sale demasiado caro, siempre os quedará la alternativa de volar hasta Estambul y de ahí coger un autobús desde la estación.

El aeropuerto de Estambul-Ataturk corresponde a la parada de metro Havalimani y desde aquí se debe llegar hasta Otogar, unas 10 paradas y sin hacer transbordo. La estación de autobús Esenler Otogar es un poco caos (supongo que como todo en Turquía), no os esperéis una convencional. Hay que salir a la calle y allí encontraréis miles de establecimientos con las marcas de cada compañía. Mi autobús fue de la empresa Pamukkale, un autobús de super lujo, todo hay que decirlo, con wifi, pantalla en cada asiento y azafato que te ofrecía de beber y chocolatinas a cada rato.

Eso sí, las 11 horas de viaje son irremediables…

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