10 días en el lago Victoria

Pescadores en el lago Victoria

Hace unas semanas un avión se estrellaba en el Lago Victoria y yo no pude evitar acordarme que un buen día en agosto de 2022 hice esa misma ruta. Ir al lago Victoria se convirtió en una prioridad una vez decidí que pasaría el verano en Tanzania y después de la resaca del safari y de Zanzíbar. Y es que ¿cómo no incluir el lago más grande de África en mi ruta, teniendo en cuenta además que Tanzania, de los tres países que lo comparten, es el que tiene un mayor pedazo? Estaba claro, entonces, que Mwanza, la principal ciudad tanzana bañada por el lago Victoria, tenía que estar en la lista.

Después de 3 semanas en Zanzíbar y 2 semanas en Dar es Salam, tocaba visitar la segunda ciudad más grande del país. Eso dicen sí, pero lo cierto es que Mwanza, a mi parecer, tenía más de pueblo que de ciudad. El lago Victoria me recibió nublado, así que durante el primer día no pude contemplar la belleza del sitio en el que estaba. ¡En el puñetero lago Victoria! Otro de los hitos desbloqueados, como el Serengeti o el Amazonas.

Pero entonces el segundo día salió el sol y ya no dejó de brillar en los 10 días que estuve. Mwanza es conocida como The Rock City (la ciudad rocosa) porque básicamente está llena de rocas. La combinación de rocas con lago no puede ser mejor como pude comprobar en una excursión en barco que hice por las inmediaciones.

Una de las estampas más típicas de Mwanza, en el lago Victoria

Los marabús del lago Victoria

El paisaje desde el lago es de lo más pintoresco. Con rocas por doquier y barquitas de pescadores faenando. También paramos en un mercado de pescado en el que era la única turista. Ahí aprendí que los tanzanos no son muy amigos de las fotos y me llevé alguna que otra regañina. También en esta lonja me encontré frente a frente con los famosos marabús africanos, unas aves que pueden medir como tú o como yo y que suelen pasearse por aquellos sitios en los que huele mal. En Mwanza los marabús no solo estaban en este mercado, sino que pasean contigo, te los encuentras de aquí para allá en la calle. E impresiona mucho.

Barquero con marabús al fondo

Yo que soy curiosa por naturaleza y a veces me meto donde no me llaman, un día decidí cambiar de ruta para no hacer siempre el mismo camino de vuelta a casa. Descubrí unas vías del tren abandonadas que se habían convertido en un mercado ambulante en el que cada uno vendía o hacía lo que podía. El panorama era desolador ciertamente. Había mucha basura, restos de pescado y, cómo no, marabús contoneándose por ahí. Pero probablemente lo que más desentonaba en ese lugar era yo.

P1030277JPG 1024x769 1

La casa del lago

Estar en un sitio como el lago merecía un alojamiento en condiciones. Para los primeros dos días, por dejar siempre todo para el final, me tuve que conformar con un Airbnb un poco cutre. El día que me encontré dos minicucarachas saliendo de mi mochila fue cuando decidí que era el momento de partir. El hotel más conocido de Mwanza es Hotel Tilapia, un hotel de cierto nivel con piscina y vistas al lago en el que iba de vez en cuando a comer o a cenar (o incluso a la piscina) cuando necesitaba un poco de paz en medio de tanto caos. Pero alojarse aquí era caro. Entonces, un buen día caminando encontré unas cabañas a orillas del lago y me pareció un lugar precioso. Pregunté el precio y me cuadró.

Me enseñaron una de las habitaciones y pensé que era justo lo que estaba buscando: cama con mosquitera y estilo rústico. Creo que era el alojamiento ideal en el sitio ideal. Aunque el precio no estaba mal, si multiplicaba por el número de días que planeaba estar se iba un buen pellizco, así que decidí regatear. Quien me mostró la habitación me señaló a un señor chino que estaba sentado en una mesa viendo series en su portátil. Era el dueño. A ese señor le tuve que hacer gracia porque me bajó el precio casi sin rechistar, al fin y al cabo iba a ser la ÚNICA huésped del hotel. Verídico. La única.

Cada mañana bajaba a desayunar y cada mañana, a pesar de ser la única huésped y de que bajaba más o menos a la misma hora, tardaban en servirme el desayuno como 30 minutos. En Mwanza aprendí no solo que los marabús andan prácticamente contigo, sino también que los tanzanos manejan unos tiempos de espera que en Europa serían inconcebibles.

Vistas desde mi cabaña en Mwanza

Los atardeceres en el lago Victoria

Pero si tuviera que resaltar algo durante mis días en Mwanza, sin duda serían los atardeceres. Cada tarde, una multitud se congregaba frente al lago para ser testigo de cómo el cielo estalla en mil colores: rosa, naranja, violeta… Entonces, poco a poco el día se iba apagando y los árboles y troncos secos de la orilla del lago comenzaban a oscurecer. Pero antes ¡magia! Sí, los atardeceres en África son pura magia. No puedo decir que nunca haya visto antes un cielo así en España o en otro país, pero claro, estás donde estás y todo resulta mucho más místico.

Mi primera noche en la cabaña del lago por alguna extraña razón desperté tempranísimo, tanto que no había ni amanecido. Así que me puse la chaqueta y la capucha y me aseguré de que ninguna parte de mi cuerpo estuviera al aire libre porque los mosquitos tanto al amanecer como al atardecer son asesinos. Me asomé al lago y contemplé mi segundo amanecer en África. El primero había sido en el Serengeti un par de meses antes.

Los atardeceres en el lago Victoria, un espectáculo

La sesión de fotos

En Zanzíbar ya había visto fotógrafos callejeros a disposición de las parejas que quieran retratar esa cita romántica o de las familias que desean un recuerdo de esa comida de domingo. Los ves ahí cargados con su cámara, el flash y el paraguas blanco que se utiliza para las fotos profesionales. Coincidió que estaba estrenando un vestido divino que había comprado en Zanzíbar y estaba donde estaba y dije ¿por qué no?

El fotógrafo me hizo posar varias veces y me tomó como 20 fotos. Cada foto que te gustaba costaba unos 50 céntimos. Entonces, te la enviaba al móvil y ahí acababa la relación comercial. Ninguna me gustó especialmente, pero me quedé con 5 al final. Durante la sesión había un grupo de escolares que me miraban muy divertidos y, cuando terminé, algunos de ellos quisieron que el fotógrafo nos retratara juntos. No sé qué harían con esa foto, la verdad, si la imprimirían y pondrían en su escritorio o en el salón.

Antiguas vías del tren en Mwanza

Qué hacer en el lago Victoria: visitar la isla Ukerewe, la isla donde viven los albinos

En la parte tanzana del lago Victoria hay varias cosillas que puedes hacer. Por ejemplo, conocer el Parque Nacional Saanane, que presume de ser el parque nacional más pequeño de Tanzania. Sin embargo, me dijeron que algunos animales vivían ahí en jaulas, así que pasé de ir. Además, el precio para turistas, como viene siendo costumbre, es desorbitado. Me quedé con ganas de ir a la isla Rubondo, habitada por chimpancés, pero llegar era bastante complicado desde Mwanza si no querías dejarte un dineral.

Pescadores en el lago Victoria

Más factible era visitar la isla Ukerewe, pero tuve un pico de trabajo y me resultó imposible pasar una noche fuera. La isla Ukerewe, no demasiado lejos de Mwanza, sonaba interesante: en ella habita una gran comunidad de albinos.

Según las estadísticas, en Tanzania viven unos 17.000 albinos. Por lo visto, es uno de los países del mundo con mayor cantidad. Según parece, la razón de esta cifra es la endogamia, pues tienden a relacionarse entre ellos. Ser albino en Tanzania hasta hace unos años era una sentencia de muerte. Eran perseguidos, acosados, vendidos en el mercado negro o, incluso, asesinados. Según me comentaban, las cosas han cambiado y ya no corren peligro, pero me imagino que se sentirán más seguros viviendo en comunidades más apartadas.

Bañarse en el lago Victoria, ¿sí o no?

Cada día el sol brillaba sobre el lago Victoria y muchos locales aprovechaban para bañarse en él. Especialmente los niños rebajaban las altas temperaturas dándose un chapuzón. A mí me apetecía bañarme también, pese a que hubiera sido un show… Si no pasaba desapercibida con ropa de calle, no quiero imaginar aparecer por ahí en bikini.

En los días soleados, el lago está lleno de vida

El caso es que, al preguntar, casi todos coincidían en que el lago Victoria no es apto para el baño. En primer lugar, porque puede haber cocodrilos. En segundo lugar, porque habita un parásito que puede instalarse en el torrente sanguíneo y ocasiona una enfermedad llamada esquistosomiasis. Ok, vale, nada de bañarse en el lago Victoria. Ya me desquitaría en el lago Tanganika, otro de los Grandes Lagos de África 🤩 .

0 respuestas

  1. Andrea, como siempre, he vuelto a disfrutar con lo que escribes. Eres divertida, describes todo con naturalidad y sencillez. Sitios donde no me llaman la atención para visitarlos, cuando te leo me dejas con ganas de ir ahí y disfrutarlo como tú lo haces

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *