Torun, la ciudad de Copérnico y los ‘pierniki’

Ya he hablado en otros posts anteriores de mi super tour por Polonia, pues, como siempre digo, hay tantos países por visitar en el mundo que, ya que vas a uno, hay que intentar ver lo máximo posible, porque es más que probable que no vuelvas.
Por ello, a la hora de elegir los lugares que conocería en el país, uno de los que no podía faltar era Torun, no solo porque cuadraba perfectamente en la ruta que pretendía hacer, sino por su condición de ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Torun se ubica al norte de Polonia, a unos 200 kilómetros de Varsovia, la capital. Si por algo es conocida es porque se trata de la ciudad que vio nacer a Nicolás Copérnico, el famoso científico que revolucionó el mundo con su teoría heliocéntrica.

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Casa de Nicolás Copérnico

Otra de las curiosidades de Torun son los pierniki, unas galletitas de jengibre ideales para traer de souvenir. ¡¡Ni que decir tiene que me encantan los lugares con objetos, comida o bebida típicos para probarlos y para no romperme la cabeza a la hora de regalar!! Y es que el turismo gastronómico debe ir siempre unido a cada viaje.

Bueno, empecemos con el recorrido por la ciudad. Este no representa mayor problema, pues todo lo que hay que ver está perfectamente delimitado, en su casco histórico. Ya en la plaza principal (Rynek StaroMiejski) observamos la primera de las muchíiiisimas alusiones al histórico científico: (supongo que ocurre como en La Mancha, en España, con Don Quijote, que lo explotan a la mínima ocasión que encuentran) una estatua que da la bienvenida al visitante.

Pero no nos perdamos detalle de esta plaza, pues también aquí se sitúa el Ayuntamiento, construido a finales del siglo XIV, o la fuente del violinista, que oculta tras de sí una curiosa leyenda, muy parecida a la del Flautista de Hamelin. Dicen que Torun estaba sufriendo una plaga de ranas, por lo que, desesperado, el alcalde prometió oro y la mano de su hija a aquel que consiguiera librarse de tanto anfibio. El afortunado no fue otro que un humilde violinista quien, con su melodía, fue capaz de guiar a las ranas fuera de la ciudad.

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Calle en Torun

Finalmente, ya solo queda fijarse en la iglesia de la Santísima Virgen María, situada en una de las esquinas de la plaza.

Y continuamos con los templos, ya que uno de los más importantes es la Catedral de los Santos Juanes, en la que Copérnico fue bautizado al nacer. Observemos, aquí el reloj de la torre, sencillamente precioso. Igualmente, a unos metros se encuentra la casa donde el astrónomo nació (Ul. Mikolaja Kopernika), que, actualmente, es un museo.

Las ruinas del Castillo Teutónico, una fortaleza en forma de herradura que data del siglo XIII, pueden ser la siguiente parada. Constituye visita imprescindible como también lo son las puertas que quedan en pie de la antigua muralla y que sirven de acceso al casco histórico y, al mismo tiempo, salida a la orilla del río Vístula.

Una de las calles más pintorescas y que me gustó especialmente fue Szeroka. No en vano, para mí, el mayor atractivo de Torun fue el colorido de los edificios. Pues bien, al final de esta llegaremos a la Plaza Nueva. Muy próxima a esta se localiza la iglesia de San Jacobo, para muchos la más hermosa de la ciudad, por lo que merece la pena comprobar si es cierto.

Hasta aquí la visita a Torun, probablemente el lugar en el que, hasta ahora, ¡he pasado más frío! Pero es que un viaje a Polonia sin sentir sus -Xº no sería lo mismo.

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