En nuestra ruta por la costa montenegrina, teníamos muy claro que Kotor sería visita imprescindible e, investigando, descubrimos que Budva es la ciudad más turística del país. Se trata de una población situada a menos de 30 kilómetros de Kotor y considerada el alma de la fiesta de Montenegro. Según contaban, las playas tenían arena (¡oh, arena!) y no piedras, algo bastante inusual por esos lares.
Budva no solo es el Benidorm de Montenegro, sino que también tiene un casco antiguo muy coqueto y muchos rincones y playas con encanto por descubrir.
Vista del casco antiguo de Budva |
Nos alojamos en una casa estupendísima localizada a 5 minutos andando de la estación de autobuses. La estratégica localización tenía un porqué y es que dos días después, para ir a Tirana, capital de Albania, tendríamos que darnos un madrugón (uno de tantos) y lo más conveniente era que estuviéramos cerca de la estación. Pues bien, la casa (Sobe Nedovic) tenía dos plantas y era de una familia que alquilaba las habitaciones. Teníamos un salón enorme con cocina y un baño por cada dos cuartos. Había sofás, terraza, wifi excelente…y una noche la familia nos preparó a los que estábamos alojados un plato de dulces riquísimos. Un 10, vamos.
¿Cómo llegar desde Kotor a Budva?
La respuesta no tiene mucho misterio: en autobús. Dada la importancia turística del destino, los buses (al menos en verano) pasan con una frecuencia aproximada de 30 minutos. El billete cuesta 4 euros.
¿Qué ver en Budva ciudad?
A Budva ciudad llegamos a mediodía. Hasta la playa teníamos un paseo de aproximadamente 20 minutos, así que no podíamos estar mejor situados. Al centro, que se encuentra en un extremo, un poco más. Nos sorprendió el ambiente animado de Budva, con un paseo marítimo lleno de mercadillos y restaurantes de todo tipo. Había bares de pescado, pizzerías, heladerías, kebabs, etc. En cuanto a los precios, se nota mucho la diferencia respecto a Kotor, ya que Budva es mucho más barato.
Comimos algo rápido y nos fuimos a la playa más cercana, superamplia y con arena: Playa Slovenska. Pese a que, repetimos, había arena, el lugar no nos entusiasmó, ya que estaba hasta arriba de gente y de hamacas. La invasión de las playas por parte de las hamacas sería una constante en Montenegro y en Albania, sobre todo en esta última. Además, el agua estaba sucia. Algo llamativo que vimos en las playas es que los vendedores ambulantes no venden refrescos, sino mazorcas de maíz y buñuelos de chocolate. Mucho, mucho, no parece que apetezca en una playa, ¿no?
De camino al centro por el paseo marítimo nos topamos con una fiesta de la espuma un poco hortera, pero a mí me pareció muy auténtica.
El casco antiguo (Stari Grad) nos gustó. Está lleno de calles estrechas con tiendecitas muy monas, iglesias, etc., así que merece la pena perderse por él. Llegamos a una pequeña playa y continuamos por un camino entre las rocas que desembocaba en la Playa Mogren. Fue una pena no haberla descubierto antes, ya que esta sí tenía muy buen pinta. En este camino entre las rocas, vimos la estatua de una especie de bailarina y también podía atisbarse la pequeña isla de Sveti Nikola.
Stari Grad, bailarina e isla de Sveti Nikola |
Al día siguiente tendríamos excursión a Sveti Stefan, un pintoresco enclave no lejos de Budva ciudad dominado por un hotel de superlujo (en el que se han alojado celebrities de la talla de Marilyn Monroe o Sophia Loren) y con playa privada. Pero de eso hablaré en el siguiente post.