Este artículo acerca de qué ver en Rabat será el primero de tres, exactamente el número de ciudades que visité el pasado mes de julio durante un genial viaje por Marruecos. Curiosamente, mientras España (y Madrid, en concreto) sufría una sofocante ola de calor, en Rabat disfrutábamos de agradables temperaturas e, incluso, de fresquito por las noches. Y es que Marruecos puede ser un horno en verano, sí, pero depende de qué lugares.
Antes de entrar en materia, es conveniente señalar que, por si no te acordabas, Rabat es la capital de Marruecos, aunque, de hecho, no es la ciudad más conocida (imposible quitarle el puesto a Marrakech). Además, es una de las cuatro ciudades imperiales del país (junto a Marrakech, Fez y Meknes), es decir, todas ellas han sido la capital del país en algún momento de su historia.
Rabat es la segunda ciudad más grande de Marruecos, después de Casablanca y se localiza en la costa atlántica.
¿Cómo llegar del aeropuerto de Rabat a la Medina?
Próximo a Rabat se encuentra el aeropuerto de Rabat-Salé, a unos 7 kilómetros de distancia del centro. Para llegar, puede utilizarse el taxi o el autobús urbano (más recomendable) que tarda unos 20 minutos en realizar el recorrido hasta Rabat Ville, fuera de la Medina.
El autobús está sincronizado con los horarios de llegada de los vuelos y, por ello, será sencillo tomarlo tanto a la ida, como a la vuelta. Si te alojas en la Medina o cerca de ella, tendrás que bajarte en la estación de tren (Gare Rabat Ville), situada en la avenida Mohammed V.
Desde ahí tienes un corto paseo a pie hasta llegar a la entrada a la Medina. La avenida es amplia y cuidada, flanqueada por multitud de cafés y edificios modernos. La realidad es que, en esos primeros momentos, tendrás la sensación de que estás en cualquier ciudad europea.
¿Dónde alojarte en Rabat?
En Marruecos es imperativo gastarse un poco más y dormir como Dios manda, esto es, en un riad (alojamiento típico marroquí). De todos los que he estado en el país, sin duda el de Rabat fue el que se ganó mi corazón.
El mío se llamaba Dar Yanis (Rue Lalla Hannou). No solo le pongo un 10 por la ubicación, sino por la fachada, la decoración, el desayuno (tradicional) incluido y la maravillosa habitación. Llegar a este riad, además, fue tremendamente fácil. Basta seguir la avenida Mohammed V y continuar recto unos minutos más una vez dentro de la Medina. Esta calle queda a mano izquierda.
¿Qué ver en Rabat?
Desde nuestro alojamiento nos pillaba muy cerca la playa y uno de los lugares que más me sorprendieron: la Kasbah de los Oudaias. He aquí qué ver en Rabat.
– Kasbah de los Oudaias. A nivel usuario, yo definiría este sitio como un entramado de calles azules. Me flipó, a secas. Así que imaginad qué paraíso me pareció Chaouen, cuando la visité unos días después. Pues bien, la Kasbah es realmente una fortaleza construida con fines defensivos, es como una pequeña ciudad dentro de Rabat. ¿Qué no puedes perderte? Aparte de caminar sin rumbo por sus calles, el Jardín Andalusí y el Café Maure, donde tomarte un té con insuperables vistas.
Kasbah |
– Paseo por la playa. Si hace buen tiempo, ¿por qué no hacer un alto en el camino en la playa? Si eres mujer, puede resultar un poco «cantoso» tumbarte en bikini, pues, si miras a tu alrededor, verás que solo los hombres y niños van en traje de baño. Sus esposas y madres, respectivamente, van totalmente tapadas y se quedan en la arena o bien se bañan vestidas. Puedes tomarte un refresco en un coqueto chiringuito de madera de surferos que hay.
Playa de Rabat, al fondo |
– Torre Hassan y Mausoleo de Mohammed V. Desde el Jardín Andalusí se puede ir dando un paseo por el puerto hasta llegar a uno de los espacios más emblemáticos de la capital marroquí. Como curiosidad, la Torre Hassan es uno de los minaretes construidos por los almohades y es «hermana» de la Koutoubia de Marrakech y La Giralda de Sevilla. La Torre Hassan iba a formar parte de un ambicioso proyecto: la construcción de una de las mezquitas más grandes del mundo. Finalmente, no se llevó a cabo. En el Mausoleo de Mohammed V descansan los restos del monarca.
Mausoleo de Mohammed V |
– Palacio Real. Otro lugar que ver en Rabat es el Palacio Real (en Mechouar), cuyo acceso, para qué negarlo, es un poco complicado. La entrada es gratuita, pero es necesario identificarse con el pasaporte. Una vez pasado el control, se abre una extensa explanada por donde deambular libremente. Eso sí, cuidado con acercarse demasiado al Palacio (los guardias muerden, jiji).
Palacio Real |
– Necrópolis de Chellah. Este es otro lugar que me encantó. Son unas ruinas romanas que se encuentran no lejos del complejo del Palacio Real. Aquí estaba Sala Colonia, una próspera ciudad romana hasta que cayó en el abandono. Siglos más tarde, un sultán construyó una necrópolis, convirtiéndose este lugar en un crisol de culturas. Mira hacia arriba y descubrirás a los nuevos habitantes de este paraje: las cigüeñas. La entrada a la necrópolis son 10 DH (1 euro).
Las cigüeñas campando a sus anchas por las ruinas |
¿Dónde comer en Rabat?
Nuestro viaje coincidió con el mes de Ramadán, por lo que encontrar muchos y buenos restaurantes fue auténtica misión imposible. No obstante, hay dos que sí puedo recomendar. En primer lugar, Dar Naji (Avenida Jazirat Al Arabe), muy cerca de nuestro riad. También, El Bahia (Avenida Hassan II), enclavado en la muralla.
No recuerdo el nombre pero en la Avenida Mohammed V, entre la multitud de cafeterías, hay una en la que sirven gran variedad de batidos naturales. Probé uno con aguacate y leche que estaba mmmm.
Un ‘must’ en Marruecos: zumo de caña de azúcar |