Igual resulta un poco pedante, pero, para mí, visitar Chefchaouen fue como estar en una nube. Y no en las nubes del amor, no, sino en las nubes por lo azul que es, como de cuento. Chefchaouen, o simplemente Chaouen, se localiza al norte de Marruecos, cerca de ciudades como Tánger o Tetuán, en la región montañosa del Rif. Si me preguntan qué monumento, mezquita o rincón destacaría de este lugar, me es muy difícil contestar, ya que todo Chaouen, la ciudad azul de Marruecos, es digno de admiración.
No hay nada en concreto que sobresalga de Chaouen, es el conjunto. De manera indiscutible, es una de las ciudades más bonitas de Marruecos y la culpa la tiene ese color azul que impregna todas las fachadas de las casas y las calles. Es un lugar muy curioso que no deja indiferente a nadie.
Una calle cualquiera en Chaouen |
Una odisea: llegar a Chaouen en bus desde Tánger
Lo cierto es que Tánger no estaba en nuestra ruta, pero, estando en Asilah, había que pasar por esta ciudad irremediablemente. Solo estuvimos unas pocas horas en Tánger (pernoctación incluida), pero más que suficientes para vivir una serie de catastróficas desdichas.
El hotel no estaba mal situado pero en él fuimos conscientes de lo compinchados que están en ocasiones los marroquíes contra el turista. Justo enfrente de la entrada había un mendigo tirado en un banco que no dudó en seguirnos cuando fuimos a hacer el check-in. Nos acompañó a recepción e insistió en enseñarnos él mismo la habitación, asegurándonos que trabajaba ahí. Le pregunté al recepcionista si eso era cierto y él ¡¡¡asintió!!! (vamos, desprotegidos total). El objetivo de esa visita guiada era colarnos «la mejor habitación» por un precio un poquito superior al que habíamos reservado, cuya diferencia, por supuesto, sería para el mendigo. Por si os interesa, para no ir, es el Hotel Biarritz.
Veníamos de otras ciudades marroquíes, pero nunca llegué a ver mal rollo como en Tánger. No es que te ofrecieran droga por la calle cada dos segundos, sino que a la mínima te asaltaban los yonkis que no contribuían en nada a sentirte seguro en tu paseo.
Pero lo peor de todo vino en la cena en un bar, cuando el camarero, que hablaba perfecto español y parecía muy simpático y enrollado, me preparó un filete de carne que estaba verde, ¡sí, verde! Muy enfadada se lo hice saber, a lo que él, burlándose, respondió que estaba verde por las especias. Increíble pero cierto. No recuerdo bien el nombre de aquel local, pero estaba en la Avenida Mohammed VI, en una zona muy próxima a la entrada a la medina.
En fin, a lo que iba. Para llegar a Chaouen, hay que coger un autobús en Tánger. Me imagino que habrá varias compañías que realicen el trayecto, así que también me imagino que nosotros cogimos la peor de todas.
¿Te imaginas 5 horas en un autobús sin aire acondicionado en pleno mes de julio? Ver para creer. La botella de agua y el abanico no servían para nada porque aquello no era un bus, era un horno sobre ruedas. Lo mejor de todo (modo ironía ON) era que los comerciantes aprovechaban las paradas del autobús para llenar el maletero con sus mercancías. Así que imagina ahora lo agradable que es que tu autobús esté parado más de media hora bajo el sol (hasta que acabasen de cargarlo, claro) y sin que corriese una pizca de aire, ya que, al menos en marcha, un pelín de airecillo sí que hacía.
Con tal ajetreo de viaje, es fácil comprender la bronca que le cayó al primer chauní que osó timarnos nada más pisar Chefchaouen.
Qué ver en Chaouen
Chefchaouen no es la típica ciudad que recorrer mapa en mano y tachando los sitios que vas visitando. Es cierto que tiene una plaza principal y un río al que es curioso acercarse para ver cómo lavan la ropa las gentes del lugar. Sin embargo, en Chaouen, la ciudad azul de Marruecos, hay que andar sin rumbo ni prisas. Poco a poco irás descubriendo rincones coquetos y encantadores. ¡Querrás fotografiarlos todos! También te perderás mil veces y tendrás la sensación de que nunca encontrarás el camino de vuelta a tu hotel. Tranqui, a todos nos ha pasado.
Aunque por su colorido parece un destino Disney, en Chefchaouen te ofrecerán hachís cada dos pasos. No en vano, en sus inmediaciones hay extensas plantaciones de marihuana, que la convierten en la capital del «turismo de hachís».
Chefchaouen fue el último destino del tour por Marruecos que hicimos en julio de 2015, hace justo un año. Voy con un poco de retraso, sí. 🙂
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