Retomo el viaje por los Balcanes que hice en 2016, con un poquitín de retraso jiji. Tras Albania, cruzamos a Grecia y, en la frontera, pensé que nunca había visto un baño tan sucio. Meses después, tendría que retractarme al ver un baño público (por llamarlo de alguna manera) en Georgia. Ya llegará esa historia.
En Tesalónica pasé un par de días y fue una ciudad que no me motivó demasiado. Tenía muchas ganas de llegar hasta Kosovo, pero, para ello, debía parar antes en Macedonia. De este país tenía sentimientos encontrados. Por una parte, tenía curiosidad, sobre todo después de escuchar una y mil veces a mi amiga Bárbara hablar de él, de su gente, de su ambiente… Confiaba en su criterio, así que no podía estar mal del todo, ¿no? Por otro lado, probablemente por desconocimiento, no esperaba mucho, pero al fin y al cabo estaba en la ruta. La primera parada sería, cómo no, Skopje, la capital de Macedonia.
Puente del Arte, con estatuas de los artistas, actores, escritores y músicos más célebres de Macedonia |
Cómo llegar a Skopje desde Tesalónica
Habrá mil maneras de llegar hasta la capital macedonia desde la segunda ciudad griega más importante (bueno, igual no tantas), pero yo escogí el tren. Desconozco si ocurre siempre así, pero en mi caso, primero nos llevaron en autobús hasta la frontera. Una vez ahí, nos soltaron en una estación de tren de un pequeño pueblo (no recuerdo el nombre). En total, fueron unos 12 euros y alrededor de 5 horas de viaje.
Por qué visitar Skopje, capital de Macedonia
Cuando di mis primeros pasos por el centro de Skopje pensé «Jo, si parece Viena». En serio, no me esperaba que fuera así. De hecho, me esperaba una ciudad bastante corriente, sin nada especial. Yo estaba alojada en un hostel muy próximo a la estación de autobuses, así que en un corto paseo podía llegar al centro.
El río Vardar marca en todo momento el camino a seguir. Enseguida empezarían a sucederse edificios de estilo neoclásico, estatuas y farolas en dorado adornando los puentes de color blanco impoluto, etc. Las plazas, por su parte, lucían esplendorosas esculturas y fuentes en las que se mezclaban los juegos de agua con la música clásica. Todo olía a nuevo. Cualquiera diría que la ciudad había sido construida antes de ayer.
Paseando por la ribera del río Vardar |
Tras cruzar el puente de piedra (probablemente lo único antiguo que podía verse en estos lares) llegabas a la Plaza de Macedonia, donde encontrabas más de lo mismo. Esta plaza es la más grande del país y está presidida por una estatua de Alejandro Magno, quien, por cierto, era macedonio. No es la única estatua de esta figura histórica, aunque, eso sí, no encontrarás ninguna inscripción con su nombre. Y es que el origen de Alejandro Magno siempre ha sido objeto de controversia con sus vecinos los griegos. Lo cierto es que él es oriundo de Macedonia, pero de una región histórica que abarcaba fundamentalmente el territorio actual griego. Nada tiene que ver con el actual país.
Plaza de Macedonia |
Caminando unos pocos minutos, se llega al memorial de otro de los símbolos de Macedonia: la Madre Teresa de Calcuta. La archiconocida misionera nació en Skopje en 1910 y es uno de los mayores orgullos para el país. No solo en las inmediaciones de su casa-museo, sino en toda la ciudad es posible ver placas con frases suyas.
Estatua de Teresa de Calcuta, originaria de Macedonia |
Paseando entre edificios y obras arquitectónicas de nueva construcción, no era difícil darse cuenta de que muchas estaban pintarrajeadas. ¿Por qué? El motivo se resumía en dos palabras: Colorful Revolution, una oleada de protestas en ese mismo 2016 para criticar el gasto gubernamental por renovar integralmente la ciudad con unas cuentas no demasiado transparentes. Por lo visto, el Gobierno de Macedonia empleó unos 600 millones de euros en la construcción de nuevos edificios, estatuas y otras obras (como parte del ‘2014 Project’), en un país con una elevada tasa de desempleo (aproximadamente 1 de cada 4 macedonios está desempleado).
El Arco del Triunfo tras la Colorful Revolution |
De nuevo, sentimientos encontrados, porque a mí me sorprendió para bien encontrarme una ciudad tan coqueta y elegante (aunque haya perdido su verdadera esencia), pero también entiendo que muchos lo consideren un despilfarro cuando hay otros asuntos prioritarios.
Pero el Skopje reconstruido es solo una parte, ya que, si vuelves a cruzar el puente de piedra, entrarás en el bazar antiguo, mucho más auténtico. Macedonia es un país de mayoría cristiana ortodoxa, si bien cuenta con una elevada comunidad musulmana (30%). De hecho, es uno de los cinco países europeos con mayor volumen de habitantes que profesan el Islam. Por ello, el bazar de Skopje tiene tanto encanto, ya que es como adentrarte en Marruecos sin salir de Europa. Me gustaron sus bares al aire libre, el bullicio de las calles y sus precios. Y es que Macedonia es un país muy barato, en el que puedes comer y beber por pocos euros.
Old Bazaar |
Lo hayan vivido o no, en Skopje no se olvidan del terremoto que arrasó la ciudad en el año 1963. Más de 1.000 personas murieron y destrozó el 70% de la ciudad. De ahí que Skopje perdiera gran parte de su legado. Un sitio que sobrevivió parcialmente fue la Fortaleza de Skopje, ubicada en el punto más alto de la ciudad.
Fortaleza de Skopje |
Dónde dormir en Skopje
Estuve en Skopje en dos ocasiones durante el viaje por los Balcanes, alojándome en hostels diferentes. Me quedo, sin duda, con el primero, llamado Hotel Kalonis Center, un hostel supernuevo y bien cuidado a 7 minutos andando de la estación de autobuses y a 10 minutos del centro. Se localiza en un barrio de casitas bajas en el que puede dar un poco de yuyu deambular por la noche, pero yo no vi nada que me hiciera pensar que es inseguro. Me gustaron sus instalaciones nuevas, que incluía desayuno (muy importante) y el chico de recepción.
En una de nuestras charlas, me confesó que le gustaban los hombres, pero que muy poca gente lo sabía. Me gustó lo soñador que era y me dijo que algún día le gustaría viajar por todo el mundo, pero ahora tenía que centrarse en la Universidad. Yo le hablé del Orgullo Gay de Madrid y los ojos le hacían chiribitas. Supongo que algo así es impensable en Macedonia de momento.
La amabilidad sin límites de los macedonios
Cuando viajas, una de las primeras cosas que preguntas a alguien que ya ha estado es: ¿Y cómo es la gente? Entonces, te dicen que son la gente más maravillosa y abierta del mundo y a ti te parece una exageración. De los macedonios me decía mi amiga que eran gente increíble, amabilísima. Pero es que me lo habían dicho ya de tantas nacionalidades que iba un tanto escéptica.
Y es que los españoles somos gente muy maja y, al menos en Europa, es difícil superarnos. No quiero sonar presuntuosa, pero es que en España, por lo general, la gente es muy abierta y agradable. Tenemos esa fama, qué le vamos a hacer.
Siempre esperas un poco más de la gente cuando te dicen Ay, qué majos son y piensas Pues yo veo que son normales. Pero es que en Macedonia la gente me sorprendió muy gratamente.
Puente de piedra |
Recuerdo una anécdota en un pueblo alejado de la mano de Dios. En menos de media hora fui ayudada desinteresadamente por 2 personas.
Estaba yo buscando un taxi para ir a la estación y me acerqué a un chico joven para preguntarle. Como pudimos, nos entendimos y el chico se desvivió por ayudarme. Paró un taxi, le dijo dónde tenía que llevarme e, incluso, se ofreció a pagármelo. Me quedé flipando.
Una vez en la estación, me di cuenta de que tenía que esperar varias horas al autobús, por lo que pregunté en varios sitios si había Wifi para ir adelantando trabajo. Entré en un bar a preguntar y el camarero me dijo que no tenían. En cuanto salí, un hombre vino detrás de mí para ofrecerme su teléfono móvil por si quería mirar algo, pues él sí tenía Internet. Nuevamente, lo flipé.
Qué gente tan encantadora, oye.