Realmente nunca me había planteado Batumi como una «ciudad del amor», pero las continuas referencias a parejas enamoradas que observé, me han hecho calificarla así.
Localizada a orillas del Mar Negro, Batumi es la segunda ciudad más grande de Georgia y capital de la región de Adjara. Curiosamente Adjara es una de las repúblicas autónomas del país, junto a Abjazia y Osetia del Sur, aunque, tras diversos conflictos, estos dos últimos territorios se han independizado de manera unilateral de Georgia. Es más, Adjara estuvo a punto de sufrir la misma suerte después del colapso de la URSS.
Hasta el año 2004 la región estuvo bajo el mandato de un tal Abashidze, quien hacía y deshacía a su antojo y tenía una clara inclinación por Rusia. En esos tiempos, Adjara operaba al margen de Tbilisi y estaba hasta arriba de corrupción. Sin embargo, tras la Revolución de las Rosas y el ascenso de Saakashvili al poder, la república autónoma volvió a su cauce y, por supuesto, sin Abashidze.
Por su situación costera, Batumi es probablemente uno de los enclaves turísticos por excelencia de Georgia. Precisamente por ese aire a Benidorm (como ciudad de rascacielos y «moderna», desprovista de la esencia georgiana) no me esperaba mucho de la ciudad.
En otros tiempos, por lo visto, la meca del turismo veraniego en Georgia era Sujumi (capital de la separatista Abjazia). Un amigo me contaba que las playas sí eran de muy buena calidad allí, a diferencia de Batumi hoy en día, cuya costa, parece ser, deja bastante que desear. Quizás porque no hay otra opción, pero es Batumi quien experimenta hoy en día un boom cada verano.
En Batumi estuve apenas 48 horas y, por desgracia, lluviosas. La lluvia es, de hecho, su punto débil. Fue mala suerte porque Adjara goza de un clima semi-tropical, con temperaturas todo el año más suaves que en el resto de Georgia. El caso es que la lluvia no iba a impedir mi primera cita con el Mar Negro, claro.
Plaza con rascacielos de fondo |
Dada la situación de mi hotel, arranqué en el paseo marítimo (denominado Boulevard) del otro extremo del centro urbano. Tenía una larga caminata donde me iría topando poco a poco con los rascacielos más emblemáticos de Batumi: Torre Babillon, Hotel Sheraton, Hotel Radisson, edificio de la Universidad Tecnológica y la Torre de las Letras.
Especialmente pintorescos son los dos últimos. Como curiosidad añadir que la Torre de las Letras se denomina así porque consta de una especie de cinturón en el que aparecen todas las letras del alfabeto georgiano. Además, fue diseñada por un arquitecto español.
Rascacielos de Batumi iluminados |
A la altura de El Muelle (‘The Pier’), se abre un paseo adornado con fuentes que comunica con el centro. Mira que el día estaba gris, pero la plaza que seguía me recordó a las típicas ciudades marítimas con edificios altos y blancos y otro más allá mucho más colorido con letras luminosas que daban la bienvenida a Batumi. El edificio más destacado de esta plaza de nombre desconocido, es un coqueto teatro.
Si sigues caminando, llegas a la Plaza Europa que, a mí personalmente, me sorprendió. En el centro se erige la Estatua de Medea y está flanqueada por vistosos edificios que no se sabe muy bien qué son. En uno de ellos se encuentra un reloj astronómico.
Plaza Europa y Estatua de Medea |
¿Qué más? Callejeando hasta llegar a la Catedral de Batumi, observarás otros templos religiosos como la iglesia armenia de la ciudad. Toma cualquier calle en dirección al mar para llegar hasta el teleférico (¿cómo no iba a tener Batumi uno?). Yo me subí cuando estaba anocheciendo y, pese a que los cristales estaban empañados, me gustó contemplar las vistas de los rascacielos comenzando a iluminarse.
Tras bajar del teleférico, me dirigí de nuevo hacia la zona de la Torre de las Letras y de la Noria, que ya estaban encendidas. No lejos se halla la estatua de Ali y Nino, en honor a la famosa novela homónima (que, por cierto, estoy leyendo ahora) de Kurban Saíd y de la que, dicen, es la Romeo & Julieta del Cáucaso.
Estatua de Ali y Nino |
Cómo llegar a Batumi desde Tbilisi
Batumi se localiza a algo menos de 400 kilómetros de Tbilisi, si bien el trayecto en autobús se hizo muy largo: más de 6 horas. Me imagino que ambas ciudades también están conectadas por marshrutka, pero, en esta ocasión, me apetecía ir relajada y no en tensión por lo mal que conducen los georgianos.
Desde la estación de Ortachala de Tbilisi salen autobuses a Batumi varias veces al día. La compañía es Metro Georgia y los billetes pueden adquirirse por Internet. El precio del trayecto es 25 lari (unos 9 euros). Los autobuses tienen wifi y, además, te dan agua, té y café gratis las veces que quieras. Realizan una parada de alrededor de 30 minutos en un restaurante de carretera que no está mal, aunque, eso sí, el baño, como en muchos de estos sitios, es un agujero en el suelo.
En Tbilisi no hay metro para llegar hasta la estación de Ortachala. Lo que hice yo fue ir en metro hasta la parada de Avlabari y, de ahí, coger un taxi para que me saliera un poco más barato el trayecto. En la estación de autobuses de Batumi, lo mejor es coger un taxi hasta y desde el hotel.