14 cosas que me pasan en Georgia y no me pasarían en España

Hombres en Georgia con una oveja

En Georgia, la vida es una fiesta loca, pero no en el sentido nocturno del término. Me gusta la vida aquí porque cada día es diferente, impredecible. Siempre hay pequeñas cosas que te sorprenden o te hacen reír y que, probablemente, en tu hábitat natural te sacarían de quicio o te pondrían de malhumor. No sé si les pasará a todos los viajeros, pero a mí, el hecho de establecerme en otro país, me hace ser más abierta, tener menos vergüenzas y menos prejuicios.

Así que el otro día pensé, ¿y si hago una lista con todas aquellas anécdotas que solo podrían ocurrirme aquí? Y aquí van: las 14 cosas que me suceden en Georgia y que, con toda seguridad, no me ocurrirían en mi zona de confort.

En Georgia puedes encontrarte vacas tan panchas cruzando la carretera
Una vaca cruzando la carretera en un pueblo al norte de Georgia

Comer/ cenar fuera la mayoría de los días y, muchas veces, sola

Que me llevo mal con los fogones es algo que, quienes me conocen, saben bien. Hasta a mi madre le preocupaba que me volviese a enfrentar a una sartén después de tanto tiempo sin hacerlo. «Hija, yo prefiero que comas todos los días fuera». A una madre siempre hay que obedecerla y más si, como es el caso de Georgia, es tan barato comer fuera (por 5 euros o a veces menos). En muchas ocasiones, además, no tengo más remedio que comer sola. ¿¿Sola?? A ver, vine sola a Tbilisi, ¿qué problema hay? Me cuesta entender ese pánico absurdo de la gente a comer sola en un restaurante. Afortunadamente, los viajes sirven para desterrar prejuicios tontos.

Coger un taxi como si fuera un autobús

Como la comida, en Georgia coger un taxi es bastante barato. Eso sí, tienes que saber negociar porque aquí no disponen de taxímetros. Para mí no hay problema porque ¡me encanta regatear! Además, es una buena oportunidad para desempolvar mi olvidado ruso, dado que los taxistas lo hablan. ¿Que es de noche y ni me apetece andar ni coger el metro para llegar a casa? Con poco más de 1 euro y habilidades negociadoras se pueden hacer maravillas.

Pedirle a un desconocido que haga una llamada desde su móvil

Muy desesperada o falta de recursos tengo que estar para, en España, decirle a un completo desconocido por la calle que me deje su teléfono para hacer una llamada. En Georgia, no sé por qué, pero ese atrevimiento sale solo. Para comprender la situación, lo primero es contar que en este país aman los teleféricos y tienen hasta en los pueblitos más pequeños. En uno de ellos tuvimos que coger un funicular para acceder a un monasterio, pero cuál fue nuestra sorpresa cuando el «conductor» nos dijo que cuando quisiéramos bajar teníamos que «llamarle» para que viniera a por nosotros. Tendrían un walkie-talkie, pensamos nosotros. Pero no, teníamos que llamarle desde el móvil. Como efectivamente no iba a usar mi móvil español para decirle al gondolieri del teleférico que subiera a por nosotros, no tuvimos más opción que pedirle a dos hombres que estaban cargando leña en los alrededores que nos hicieran el favor. Y así fue.

No enfadarme por el (bello) caos que, en ocasiones, es Georgia

Podría enumerar decenas de cosas que, en otro contexto, me sacarían de mis casillas: que la marshrutka (minibús típico de Georgia) llegue al destino con una hora y media de retraso por pararse su conductor cada 30 minutos a fumar, que se vaya la luz y el agua en casa a menudo, que se rompa el ascensor y no lo arreglen hasta el cuarto día (y vivir en un 8º piso), ir andando hasta el aeropuerto a través de un auténtico barrizal que casi podría engullirte… Pero lo cierto es que no me sale enfadarme.

5. Hacer autostop

Es de esas cosas que no te planteas en España, pero en Georgia están superacostumbrados y, además, te paran enseguida cuando ven tu dedo levantado y tu cara de niña buena (todo cuenta, lo sé). Eso sí, corres el riesgo de que les pidas dejarte cerca de un cañón que quieres ver y te dejen cerca, pero de otro que está en la otra dirección.

6. Hablar de temas escabrosos en voz alta

Muy típico cuando estás en el extranjero y no te cortas en hablar en tu idioma a grito pelado con total tranquilidad sabiendo que nadie entiende ni un poquito. Cuidado, que nunca se sabe.

7. Pedir dos radiadores en un hotel «porque sigo teniendo frío»

Puedo admitir que soy un poco friolera, pero también que en aquella habitación los pingüinos hubieran vivido muy felices. Para mí, ese radiador que venía por defecto en el cuarto no hacía nada, así que tuve que pedir un segundo. Supongo que la recepcionista pensaría aquello de: ¡para lo que habéis pagado, cabrones, la guerra que me estáis dando!

8. Dar mi número de teléfono a la primera de cambio

Normalmente soy muy reticente a dar mi número o a agregar en Facebook. Mi regla es: solo a amigos/conocidos. Pero aquí es ¡un despiporre! ¡una fiesta! El otro día, por ejemplo, fui a comer (sola, ¡¡uooo!!) a una hamburguesería cerca de casa y ya por el hecho de preguntar por el menú en inglés ya sabes que los camareros no te quitarán ojo mientras comes, aunque te esté chorreando el ketchup y se te salga un trozo de lechuga por la boca. Pues bien, ni corto ni perezoso, el camarero, cuando le pregunté por la cuenta, me pidió el móvil para quedar un día y así poder él practicar inglés.

9. Caminar bajo la lluvia con los pies mojados y frío y no importarme

Batumi (situada en la costa del Mar Negro) no es la ciudad más bonita del mundo y menos cuando está diluviando. Pero era mi primera vez allí, caminando por el paseo marítimo con el Mar Negro a la izquierda e impresionantes rascacielos a la derecha y me sentía tan contenta de estar viendo todo aquello que lo último que me importaba era que mis zapatillas no aguantasen ni dos minutos bajo la lluvia.

10. Bañarme en bragas con unos/as que acabo de conocer ese día

Para ser sincera, he dicho en bragas, pero, como fue un plan totalmente improvisado, no quería que se me mojaran, así que decidí estirarme un poco una camiseta de tirantes que llevaba e intenté no hacer movimientos bruscos para que ¡no me vieran el culito! ¿Cómo decir que no a una piscina de agua caliente en medio de la montaña? ¡Con bikini o sin él!

11. Ponerme el cinturón de seguridad en el autobús

Por el momento, el único tema en el que me pongo seria en Georgia es la conducción. Van como locos, no respetan las señales, adelantan temerariamente y no dudan en crear un tercer carril aunque ello suponga casi rozar al vehículo que viene de frente. En España muy pocas veces me da por ponerme el cinturón de seguridad en el autobús, pero aquí es lo primero que busco.

12. Vivir con 4 pantalones, 7 camisetas y un jersey de lana que hace de comodín

En mi primer viaje a los Balcanes aprendí un importante truco para hacer un equipaje ligero de invierno. ¿Qué es eso de llevarse cuatro jerséis de lana cuando puedes llevarte solo uno y usarlo de «comodín»? Me explico, la idea es cambiarse las camisetas y chaquetas más finas habitualmente y ponerte siempre ese jersey de lana. Al igual que siempre te pones el abrigo, ¿no? Pues eso. Tampoco es que mi armario en España sea algo descomunal, pero la verdad es que cuanto menos tengo, menos necesito.

13. Usar tres idiomas en menos de un minuto

No pretendo hablar con fluidez en georgiano, ni tan siquiera mantener una conversación sencilla. Sin embargo, me gusta entrar a los sitios y saludar con un «hola» en georgiano. Eso sí, luego me contestan y me quedo con cara de póquer y tiro del «no entiendo» en ruso (pues es el 2º idioma más hablado), pero sigo sin entender, así que, finalmente, he de recurrir al inglés. Vamos, que quiero ir de local y ¡no cuela!

14. Decirle al conductor del autobús que pare en medio de la carretera porque quiero hacer una foto

Cuando íbamos a Mestia (pueblecito en las montañas) no dejábamos de ver paisajes increíbles, pero, sobre todo, me llamo la atención el río Patara Enguri: de un color turquesa espectacular. Estaba tan maravillada, que no se me ocurrió otra cosa que pedirle al conductor de la marshrutka que, por favor, parara, que quería hacer una foto, jaja. Y él, como le encantaba hacer breaks cada dos por tres para fumar, tan contento paró.

0 respuestas

  1. Jajajjaa me encanta el listado! Pero estoy segura de que con 14 cosas te has quedado corta! Espero que pronto escribas algún artículo sobre algún sitio en especial y pongas fotos de esos paisajes maravillosos que dices 😉

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