Segovia: turismo cultural y gastronómico

El pasado mes de septiembre, después de muchos muchos años, por fin pudo haber un reencuentro en condiciones con mis dos grandes amigas de la facultad. Después de mucho deliberar, de opiniones y destinos varios, llegamos a una conclusión: tenía que estar cerca de Madrid. Yo, que nunca había estado en Segovia, lo tuve claro y acabé convenciéndolas.

Reservamos el albergue algo así como dos horas antes de coger el bus desde Madrid hasta allí. Todo en el último momento, pero a veces las cosas que no se planean son más emocionantes.

Entonces, si estás pensando en ir a Segovia desde Madrid en autobús, tienes que saber que sale desde el Intercambiador de Moncloa, concretamente desde las dársenas 8 y 9. Hay buses prácticamente cada hora así que eso facilita también poder hacer planes a última hora:-)

Desde la estación de autobuses de Segovia hasta el Acueducto, que, por supuesto, hay que tomar como referencia, (te sorprenderías de las veces que puedes ser capaz de pasar por ahí en un par de días sin proponértelo) hay escasos 10 minutos andando.
Bueno…¡pues ya estás en Segovia! ¿Y ahora qué?
 

Pues ahora…¡a patear! Lo primero, eso, el Acueducto. Te cuento curiosidades. Data del siglo II d.C. y se extiende más de 16 kilómetros, aunque su tramo más conocido tiene solo 760 metros de longitud. La altura máxima es de 28 metros y en torno a él discurre una leyenda. Cuenta esta que en una época lejana había una muchacha que, bajo órdenes de su amo, cada día tenía que llevarle agua fresca del río. Harta de tantas idas y venidas, un día invocó al diablo y le ofreció su alma con tal de no tener que desempeñar esa tarea nunca más. Al diablo, entonces, se le ocurrió la construcción del acueducto, por lo que estuvo toda la noche fabricándolo, pues debía terminarlo antes de que saliese el sol. Sin embargo, a falta de una piedra por poner, la joven pudo, así, salvar su alma.

Introduciéndote por las callejuelas, lo siguiente que te encontrarás es la Casa de los Picos, fácilmente reconocible por su fachada adornada con puntas de diamante. Si sigues por la calle Juan Bravo, te encontrarás otros puntos de interés como la iglesia de San Martín y la Plaza Medina del Campo, que algunos portales de turismo sobre Segovia catalogan como uno de los más bellos conjuntos urbanos de Europa.

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Plaza Medina del Campo

Enseguida llegas a la Plaza Mayor y, con esta, a la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y San Frutos. Coge la calle Marqués del Arco y síguela hasta llegar al destino último: el Alcázar, después del Acueducto, la atracción turística más famosa de Segovia. Por sacar un parecido y sin haber estado nunca en París (vamos, con 0 criterio), me recordó al castillo de Disneyland Paris. Igual me miran raro quienes sí hayan estado allí. Construido y en sucesivas veces reformado entre los siglos XI y XIX, fue la residencia de los Reyes de Castilla durante la Edad Media.

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Catedral de Segovia

Lo mejor de Segovia

Aunque suene típico, lo mejor de Segovia es su patrimonio arquitectónico, aunque también sus tapas. No en vano, creo que no pasaron más de 10 minutos desde que bajamos del autobús hasta que nos sentamos en un bar de cañas. La calle que no te puedes perder es Infanta Isabel, una de las que parten de la Plaza Mayor. En esta, prácticamente en cualquier bar te pondrán una tapilla con tu caña. Si tengo que mencionar uno es Los Rotos. Me encantó la idea: un bollo de pan hueco por el centro y relleno de lo que más te guste. ¡Qué cosa más buena!

En el albergue donde nos alojamos, aparte de la calle Infanta Isabel, nos recomendaron ir al Azabache (calle de San Francisco). Otro acierto. Así que, de lo mejor fue, precisamente, el tapeo en esta zona. No son muchos bares, así que si vas un par de días te dará tiempo a probar todos varias veces.

Aparte de los puntos turísticos mencionados arriba, un sitio que nos encantó tanto a mí como a mis acompañantes, fue la Plaza de San Lorenzo. Nos maravilló su tranquilidad y las coquetas casas que la rodean. De hecho, para mí uno de los mejores momentos del fin de semana fue sentarme en una terraza y pasar el calor de la tarde con una cerveza.

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Plaza de San Lorenzo

Lo peor de Segovia

Lo peor de Segovia es, sobre todo desde el punto de vista del turista joven (como es mi caso:)), la poca oferta de ocio nocturno. No sé si influyó que fui en septiembre y aún no era época universitaria, pero lo cierto es que era caer la noche y ambiente cero. Quizás esto es lo que más nos indignó, aunque me imagino que más molestaría a un grupo de chicos que conocimos que habían elegido Segovia para celebrar una despedida de soltero.

Igualmente, creí que en un par de días de visita hasta nos faltaría tiempo para conocerla bien. No obstante, aun gastando gran parte del tiempo en los bares, tuvimos de sobra para recorrerla e, incluso, salirnos fuera del circuito típicamente turístico.

En definitiva, un destino guay para ir un finde si vives, por ejemplo, en Madrid, pero no para dedicar tu semana de vacaciones. A menos que ames el cochinillo, claro.

 

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