Alejandría más allá de la Biblioteca

Durante la casi semana entera que estuve en El Cairo, mi intrépida compañera de viaje y yo decidimos dedicar un día a explorar otra ciudad de Egipto. A pesar de que nuestro dedo señalaba siempre en el mapa Luxor, por sus impresionantes templos, esta idea no era nada viable, pues, en un solo día no daba tiempo casi a llegar.

Así pues, barajamos Alejandría, Suez e, incluso, Rosetta y al final  nos decantamos por la primera por su importancia cultural en la antigüedad. Estábamos emocionadas por ver la Biblioteca (llamadme ilusa o desinformada pero yo creía que aún quedaba en pie algún resto, por pequeño que fuera).
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Biblioteca de Alejandría

De modo que llegamos a la estación de tren de Alejandría después de, si no recuerdo mal, poco menos de 3 horas de viaje. Lo primero que decidimos buscar fue la Corniche o paseo marítimo. Enseguida nos dimos cuenta de que el estado de las calles alejandrinas estaba notablemente mejor que el de las cairotas. Las aceras continuaban caracterizándose por numerosos desniveles pero no notábamos tanta suciedad.

Uno de los primeros «puntos de interés» que anuncian las guías que vimos fue el monumento al soldado desconocido, custodiado por dos soldados también desconocidos al más puro estilo londinense.

Continuamos nuestro recorrido por el paseo marítimo contemplando lo increíblemente sucio que está el mar Mediterráneo. Una pena. Andando, andando, reconocimos un edificio moderno que miraba al mar: la Biblioteca de Alejandría, pero, obviamente, la moderna, de 2003. Entramos dentro (pagando entrada), simplemente para ver cómo unos cuantos egipcios estudiaban en sus mesas.

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Fortaleza de Quaitbay, a lo lejos

Para visitar otro lugar imprescindible en Alejandría teníamos que volver sobre nuestros pasos. Destino: la Fortaleza de Quaitbay, especialmente importante porque era aquí donde se erigía antiguamente el Faro de Alejandría, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.

En su paseo hasta este emblemático punto se topará con la plaza de las Mezquitas, donde se ubica, entre otras, la popular mezquita Abu-al Abbas al Mursi, impresionante pero muy descuidada.

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Dejadez en las inmediaciones de la plaza de las Mezquitas

Finalmente, toca recomendar un último monumento. Se trata de la histórica columna de Pompeyo, de la cual dicen las malas lenguas que formaba parte de la extinta Biblioteca de Alejandría. No obstante, lo más probable es que perteneciera al templo de Serapeo.

En definitiva, Alejandría es la segunda ciudad más importante de Egipto pero un destino turístico bastante prescindible.

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