Lo que me llevó a viajar dos semanas por los Balcanes

Viajar por los Balcanes

Sería el año 2006 cuando hablaba con mi prima y su novio sobre un viaje que habían hecho a Sarajevo. Esa es la fecha que puedo proporcionar si me preguntan desde cuándo quería visitar Bosnia y Herzegovina. Sin embargo, estoy convencida de que el interés me viene de mucho antes.

Es difícil explicar por qué este país me resulta mucho más atractivo que otros más populares como Australia, China o Tailandia. Quizás sea porque me gustan los sitios poco explotados y conocidos, aquellos a los que nadie va (por eso nadie entiende por qué quiero irme a vivir a Georgia). Para mí tienen un «algo» que no sé explicar, «algo», probablemente, parecido a la admiración que sentía y siento por Zapatero; es un sentimiento, no entiende de palabras.

Aunque el viaje estaba en mi mente, entonces, desde hace un tiempo, comenzó a materializarse cuando encontré un vuelo baratísimo a Dubrovnik (bendito Skyscanner) y desde ahí visualicé la travesía para viajar por los Balcanes: Croacia-Bosnia-Serbia. Pero volar desde Sarajevo o Belgrado (regresar a España desde Dubrovnik otra vez, como que no) es imposible para bolsillos lowcost como los míos, así que necesitaba un aeropuerto desde un cuarto país. ¡Rumanía! Concretamente, en Timisoara, una ciudad a pocos kilómetros de la frontera con Serbia.

Han sido casi dos semanas (estoy a falta de un día y medio de volver a España) de ciudades y personas interesantes, de comidas muy ricas (y, lo mejor, ¡baratas!), de horas en autobús (por estos lares, 150 km siempre serán más de cuatro horas), de cruzar fronteras, de cambiar monedas (cuatro diferentes), de aprender más sobre la reciente Guerra de los Balcanes, de pronunciar (malamente) Hvala, que significa «gracias» en Croacia, Bosnia y Serbia, de casi una decena de hostels distintos (y de algunos dueños que te cuentan sus penas), de anécdotas, de free walking tours, de cientos de imágenes, de frío y también calor, de mosquitos…

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Mostar

Además, este viaje ha sido especial porque es el primero que he hecho sola, a mi ritmo. He descubierto los pros (que son muchos) y los contras (que también los hay). En ruta me he encontrado casi más gente que viaja de esta manera que acompañada. Es curioso porque, de siempre, hemos tachado de «raros» a quienes están solos comiendo en un restaurante o en el cine, pero ahora aquellos que viajan solos son mucho más admirados que los que lo hacen con otras personas. Es, al menos, la impresión que he tenido.

Los siguientes posts irán dedicados a cada una de las ciudades que he recorrido al viajar por los Balcanes: Dubrovnik-Mostar-Sarajevo-TuzlaBelgradoNovi SadTimisoara.

De las siete, objetivamente, la más bonita es Dubrovnik, pero yo creo que me quedo con Sarajevo 🙂

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Sarajevo

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