La segunda ciudad con más población de Colombia no es la más bonita ni mucho menos. Me atrevería a decir que Medellín no es un destino que destaque precisamente por su «físico». De hecho, recomendaría pasar el menor tiempo posible en las ciudades colombianas (exceptuando Cartagena, claro). El verdadero encanto de Colombia reside en la naturaleza y en los pueblos. Hay mucho que visitar en Medellín, aunque es una ciudad que no te sorprenderá por su belleza arquitectónica. Lo que llama la atención de esta ciudad es su espíritu, su ambiente, su gente. Pero para conocerlos, hay que vivirla y no simplemente pasar de puntillas por ella porque si no, corres el riesgo de no comprender nada.
El clima, además, ayuda mucho. No en vano, es conocida como «la ciudad de la eterna primavera». Y es que, exceptuando la época de lluvias (que te llueve torrencialmente día sí y día también), creo que no he visto un mejor clima que este. Hace la temperatura perfecta para que no necesites ni calefacción ni aire acondicionado. Aunque por el día el calor es más intenso, por la noche se duerme perfectamente con una mantita. Lo dicho: ideal.
La capital paisa tiene, en mi opinión, el acento más bonito de Colombia. Y me atrevería a decir de América Latina. La gente es superagradable y cálida, tanto que te hacen sentir en casa desde el minuto uno. Tanto ellos como ellas son de los más guapos del país (dicho por los propios colombianos). El ritmo se palpa en el ambiente, pues, si bien la capital de la salsa es Cali, Medellín es la capital del reggaeton. Es más, algo que me flipaba era la música a toda pastilla que salía de las casas o de cualquier bar, ya desde por la mañana. Esto te hacía el paseo mucho más alegre y ¡con más sabor!
Veamos, entonces, cuáles son esos 15 sitios que te harán rendirte poco a poco a los encantos de Medellín.
1. Carrera 70
La Carrera (o avenida) 70 se ubica en el barrio Laureles, donde yo vivía y que es, a día hoy, el barrio más increíble donde he vivido nunca. En concreto, esta avenida es conocida por estar repleta de coloridos bares y restaurantes. Sus terrazas siempre están llenas de gente, ya sea durante el almuerzo, la cena o las cervecitas de media tarde.
Por la noche, las fondas (pubs tradicionales) son estupendos para bailar vallenato, cumbia o reggaeton. Por no decir que la música está a toda leche a cualquier hora del día. No importa si es por la mañana, por la tarde o por la noche, siempre que pasees por ella ¡te entrarán ganas de fiesta!
2. Comuna 13
Sin duda, uno de mis sitios favoritos de Medellín. La Comuna 13 o San Javier es uno de los barrios más pobres y, quizás, de los más peligrosillos. Sin embargo, cómo es hoy en día no tiene nada que ver con cómo era en los 80 y 90. En esa época estaba considerado como el barrio más peligroso del mundo.
En aquellos años, el narcotráfico y la violencia eran quienes mandaban en el barrio, lo que lo hacía prácticamente impenetrable. Las guerrillas del ELN, M-19 y las FARC, así como grupos paramilitares hicieron de la Comuna 13 su cortijo. Vamos, que era un primor de barrio. Cómo no, Pablo Escobar también identificó oportunidades de negocio en él y de aquí sacaba a algunos de sus sicarios.
En la actualidad, pues no es que sea Eurodisney, pero una buena parte del barrio se ha abierto al turismo y está tratando de librarse de ese estigma. Por ejemplo, la construcción de unas escaleras mecánicas, que atraviesan una zona dominada por grafitis que suponen un canto a la esperanza y a la paz, ha hecho que este barrio sea una de las atracciones más populares de Medellín. Aunque puedes visitar el lugar en solitario, recomiendo el Zippy Tour, con guías de la propia Comuna 13, para un recorrido más enriquecedor.
3. Pueblito Paisa
El Pueblito Paisa te sorprenderá si no has visitado ningún pueblo tradicional todavía. Yo lo visité a los pocos días de aterrizar en Colombia y me pareció ¡supercuqui! Como su nombre indica, se trata de una representación de un pueblo antioqueño típico, con su iglesia encalada y las casas de colores llenas de flores en los balcones. Está claro que si vas después de haber visitado un pueblo real, pues la emoción será cero.
Se halla en el Cerro Nutibara (el más conocido de los 7 cerros o montañas que hay en la ciudad). Como desde cualquiera de los otros cerros, las vistas de Medellín son formidables. Además, es uno de los lugares más populares donde probar la famosa bandeja paisa (el plato por excelencia).
Pueblito Paisa |
4. San Antonio
Con San Antonio (como se conoce el centro de Medellín, por ser la estación de metro del mismo nombre el punto de partida para explorarlo) tuve sensaciones encontradas. Por un lado, creo que no he visto un centro histórico más feo en mi vida (aunque está ahí ahí con el de Cali). Por otra parte, siempre que tenía oportunidad (y que era de día, claro), me gustaba ir a pasear por allá. La sensación que tienes es la de un lugar inseguro, donde abundan los habitantes de calle (mendigos) y gente que, en general, no te da buena espina.
Es uno de esos sitios en los que el bolso tienes que tenerlo controlado y, si llevas mochila, ponértela delante. Por tanto, respecto al móvil, mejor ni sacarlo. Si durante el día da un poco de yuyu, por la noche, ni te atrevas a andar alegremente por él. De ir al centro, mejor moverte en Uber para ir de un sitio a otro. Pese a que, como digo, resulta poco amigable, tiene algunos puntos de interés.
El centro de Medellín es un ir y venir constante |
En primer lugar, el Parque Botero. Aquí se hallan expuestas diversas obras del célebre escultor Fernando Botero. El artista antioqueño es conocido en el mundo como aquel que crea gordos y, de hecho, no es mala apreciación. Sin embargo, más que en pintar o esculpir gordos, estaba interesado en experimentar con el volumen de los objetos cotidianos. De ahí que absolutamente todos los personajes de sus obras sean más voluminosos. Botero dijo en alguna ocasión que él era «el pintor del volumen, no de las mujeres gordas».
Parque Botero |
Más esculturas de Botero |
El Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, que se localiza en la misma plaza, también es muy bonito. También está por aquí el Museo de Antioquia.
Otro sitio chuli es la Basílica de Nuestra Señora de la Candelaria, situada en el Parque Berrío. Con su característica fachada colonial blanca, se construyó en 1770. En el Parque Berrío, asimismo, abundan los puestecitos donde tomarte un tinto (café), jugos de guanábana o palitos de mango con limón y sal.
Atravesando la calle Junín (de donde deriva la antigua expresión «juniniar», que quería decir algo así como pasear por esa calle comercial), se llega a la Catedral Metropolitana. Aunque esta no es ninguna maravilla, en los alrededores hay varias pastelerías. Además, un fin de semana al mes instalan un mercadillo de artesanía muy recomendable.
5. Parque de las Luces
El Parque de las Luces también es un sitio curioso. Es una pena que el lugar sea un tanto siniestro por la noche porque es cuando verdaderamente se aprecian las decenas de postes de luz que hay en él. Bueno, según las cifras oficiales, hay un total de 300 postes, pero, oye, así a ojo resulta difícil creer que sean tantos.
Parque de las Luces de día |
Parque de las Luces de noche |
6. El Hueco
Si lo que quieres es comprar algo a bajo precio (sea lo que sea), el Hueco es tu sitio. Más que un centro comercial, se trata de un área repleta de tiendas que venden de todo: ropa, calzado, cosméticos, bolsos, maletas, perfumes, alimentación, textil, juguetes… Resulta difícil de delimitar, así que lo mejor es que te dejes de mapas y camines siguiendo los puestos ambulantes, los establecimientos y los pequeños centros comerciales que irás encontrando a tu paso. No hay cifras oficiales, pero podría haber perfectamente más de 10.000 establecimientos. En resumen, te vas a perder sí o sí.
7. Museo Casa de la Memoria
Caminando por una extensa avenida que en Medellín conocen como La Playa, se llega al Museo Casa de la Memoria, uno de los lugares más interesantes. Este museo hace un repaso por el conflicto armado que sacudió Medellín hace apenas unas décadas y que se ha construido en honor de las miles de víctimas de asesinatos, desplazamientos forzados, secuestros y desapariciones. La visita transcurre entre relatos de diversos damnificados, imágenes, voces grabadas y, sobre todo, mucho dolor. Este museo no pretende criminalizar a los culpables, sino, más bien, servir de cauce hacia la paz.
8. Parque de los Pies Descalzos
Aunque se ubica a un paso del centro, lo pongo en otro punto porque es un parque que me gusta especialmente. Como bien dice su nombre, es un parque que hay que recorrer sin zapatos. Bueno, a ver, te los puedes dejar puestos, pero ¡qué ganas de llevar la contraria! Cada media o una hora hay un guía que te hace el recorrido por este parque y te va explicando el modus operandi. Por supuesto, es gratuito.
El primer tramo es un espacio lleno de piedrecitas pequeñas que te hacen polvo los pies. Sin embargo, el entorno es precioso porque está repleto de guaduas (un tipo de bambú que verás mucho en Colombia). La recompensa llega enseguida para los pies al continuar por un frondoso césped. Como ves, se trata de una experiencia de texturas. Después, los pies continuarán su festín en la arena y, posteriormente, habrá que superar algunos juegos de obstáculos. Uno es con los ojos cerrados, ¡superguay! Al final del recorrido, es el momento de meter los pies en remojo. Y es que el parque también cuenta con una especie de spa y jacuzzi para pies al aire libre.
Inicio del recorrido del Parque de los Pies Descalzos |
Un juego muy chuli con los ojos cerrados |
9. Parque Arví
Hay que reconocer que la frase que sueltan los viajeros más místicos en cuanto pueden de «lo importante es el viaje, no el destino», en este caso tiene su parte de verdad. Lo primero que hay que decir es que el Parque Arví no es un parque, sino, en mi opinión, un bosque. Lo segundo es que se encuentra a tomar vientos. Para llegar, lo mejor es hacerlo en la red de teleféricos (o metrocable, como se llama allí).
Esto es algo que me sorprende de las ciudades latinoamericanas, y es que les encantan los teleféricos (aunque también los georgianos son muy fans). Subirte en ellos no solo te da una idea de la inmensidad de la ciudad, sino también de la tremenda desigualdad. Conforme ascendemos por las laderas de las montañas, los barrios buenos y altos edificios van dejando paso a una amalgama de chabolas de hojalata hacinadas y en condiciones insalubres. Y lo verdaderamente asombroso es que son cientos, incluso miles, y pareciera que nunca se acaban.
Para llegar al Parque Arví, entonces, hay que tomar el metrocable K en Acevedo hasta Santo Domingo. En segundo lugar, habrá que tomar la línea L (más moderna, con aire acondicionado, para turistas) hasta Arví. Un trayecto de 20 minutos que sobrevuela, como decimos, los barrios más humildes. Pasada la ladera de la montaña, el paisaje cambia totalmente y te adentras ya en el bosque.
Con cerca de 2.000 hectáreas, Parque Arví es tan inmenso que ciertamente no sabes muy bien por dónde empezar. Así que lo más inteligente es que eches a andar. Entonces, pronto aparecerán ante ti diversos senderos ecológicos, zonas de picnic, restaurantes…
Sobrevolando el Parque Arví |
En algún punto del Parque Arví |
10. Cerro Volador
El día que me había propuesto caminar hasta el Cerro Volador, mi compañera de piso me dijo: ¿sabías que lo llaman Cerro Violador? Así que salí de casa mucho más tranquila con ese dato… 😳 Se trata, como dije antes, de uno de los cerros más emblemáticos de Medellín. Ascender lleva algo así como media hora y, una vez arriba, puedes recobrar el aliento con unas magníficas vistas del Valle de Aburrá.
Vistas desde el Cerro Volador |
11. El Poblado y Parque Lleras
El Poblado es una de las zonas de marcha por excelencia, aunque también es gringolandia, es decir, es aquí donde vive/se aloja la mayoría de los guiris. Este barrio gira en torno al emblemático Parque Lleras, el epicentro de la noche medellinense. Se trata de un área ostensiblemente más cara que el resto de Medellín, con bares, restaurantes y pubs de lo más chic que, por momentos, te harán sentir en cualquier país europeo. Por fortuna, hay también muchas fondas donde se respira un ambiente mucho más auténtico.
12. Sabaneta
Sabaneta es un municipio al sur de Medellín que, por otro lado, goza de bastante buena reputación. El barrio en sí no tiene nada especial, pero la plaza principal te hará sentirte en un pueblito antioqueño. Las fondas, los puestos de comida y jugos y los vecinos sentados en los bancos de la plaza viendo la vida pasar ofrecen una atmósfera muy costumbrista. Como curiosidad, a un paso de la plaza ¡venden los buñuelos (masas empanadas con queso dentro) más gigantes que he visto nunca!
Una fonda típica, en el municipio de Sabaneta |
¡Buñuelos gigantes! |
13. Museo El Castillo
El Museo El Castillo y el Palacio Egipcio son dos de mis visitas pendientes. Lo que une a ambos monumentos es una pregunta: ¿qué leches pintan en Medellín un castillo de estilo gótico y un palacete de arquitectura islámica? Pues no lo sé muy bien, pero es, cuanto menos, curioso. En el caso del Museo El Castillo, se construyó en 1930 inspirado en el arte gótico medieval, concretamente en los castillos franceses del Valle del Loira. Por su parte, el Palacio Egipcio es, en realidad, un centro cultural ubicado en el corazón de Medellín.
14. Morro de Moravia
Uno de los grandes descubrimientos y que, por cierto, no aparece en las guías es el Morro de Moravia. Y es que cada vez que iba a la estación de autobuses y me asomaba por uno de sus ventanales, veía al otro lado del río un montículo lleno de vegetación colorida. ¿Qué sería eso? Indagando y, por supuesto, acercándome un día, descubrí que se trataba del Morro de Moravia, un proyecto cultural de otro de los barrios más humildes de Medellín. Lo llamativo es que ese montículo era, hace unas décadas, el basurero municipal. La montaña de basura, del mismo modo, llegó a alcanzar los 35 metros de altura. Lo más triste de todo es que también era el hogar de cientos de personas. La buena noticia es que, hoy en día, en el lugar que ocupaba el vertedero hay un floreciente jardín con un invernadero en la cumbre.
Otro dato curioso sobre Moravia es que se convirtió en el ojito derecho de Pablo Escobar. Dado que este realizó una importante inversión en este barrio para impulsar la vivienda, remodelar la cancha de fútbol o mejorar el alumbrado, la realidad es que los vecinos le consideran un héroe. Tanto es así que hasta conservan un mural con la imagen del famoso narco.
Morro de Moravia sobre el río Medellín |
Puestos callejeros a los pies del Morro de Moravia |
15. Mirador San Félix
El Mirador San Félix es, muy probablemente, el más impresionante de Medellín. Aunque está un poco a desmano, merece la pena. Aparte de mirador, hay una cafetería con mucho encanto donde sentarte: dentro, en un ambiente un tanto hipster, o fuera, en el césped o en sofás de madera con esas espectaculares vistas. Pero antes de entrar, seguro que te habrás fijado en que una enorme fila espera su turno en uno de los puestos de la calle. Tanta gente no puede estar equivocada, ¿no? La realidad es que están esperando para tomarse el piscolabis más típico del lugar: una taza de chocolate y pan de queso. 😋
Mirador San Félix: terminar el domingo en ese sitio, con esas vistas |
¡Hasta aquí la ciudad más chimba de Colombia!
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Buen artículo. Gracias por una descripción tan detallada del destino. Las imágenes son muy excelentes. Qué bueno que explicaste todo detalladamente. ¡Muy completo e informativo!