Viaje a los Balcanes. 3ª parada: Sarajevo

Qué ver en Sarajevo

De las siete ciudades visitadas durante el tour por los Balcanes, sin duda, la que más me hacía ilusión y a la que más ganas tenía de llegar fue Sarajevo. Como en el resto de Bosnia y Herzegovina, su capital no se entiende sin las referencias a la guerra que asoló el país entre 1992 y 1995. Sus calles, sus edificios, sus monumentos, las conversaciones…; es imposible pasar por Sarajevo y no retroceder en el tiempo unos cuantos años. No en vano, a mí Sarajevo me sigue sonando a conflicto, aunque, afortunadamente, después de estar allí tiene ya muchas más connotaciones positivas para mí. He aquí qué ver en Sarajevo.

Un poco de información e historia…

 

Sarajevo es la capital de Bosnia y Herzegovina y también de la Federación de Bosnia y Herzegovina (recordemos que el país se halla dividido en dos entidades: Federación de Bosnia y Herzegovina y República Srpska. La primera está habitada fundamentalmente por bosnios y croatas, mientras que la segunda, por serbios).

Desgraciadamente, si por algo es conocida Sarajevo, es porque fue la protagonista del mayor asedio de la historia moderna: el sitio a manos de las fuerzas serbias empezó en abril de 1992 y se prolongó casi cuatro años. El cerco a Sarajevo, según datos de ACNUR, dejó en la miseria a unos 400.000 habitantes de la capital bosnia, quienes eran víctimas de continuos bombardeos y de francotiradores. Y todo ello sumado a que la ciudad sufrió cortes de agua, electricidad y en el suministro de alimentos.

El conflicto dejó alrededor de 200.000 muertos y más de 2 millones y medio de desplazados. Durante la guerra, los civiles fueron testigos de incontables abusos y actos en contra de los derechos humanos (limpieza étnica, violaciones, ejecuciones…).

Para saber el origen de la Guerra de los Balcanes, habría que irse unos años más atrás, concretamente a la década de los 80, cuando muere Josip Broz Tito, presidente de la República de Yugoslavia (integrada por seis países: Serbia, Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia y Montenegro). Cuando este fallece en el año 1980, enseguida aparecen dos corrientes diferenciadas. Por un lado, aparece la idea de crear la ‘Gran Serbia’ y, por otro, la de la independencia.

En 1991, Eslovenia es la primera en dar un paso al frente y proclama su independencia. Le seguiría Croacia y, posteriormente, Bosnia y Herzegovina decide hacer lo mismo y declararse independiente de Yugoslavia, en contra de las pretensiones de los serbo-bosnios. La consecuencia inmediata es el estallido de la guerra en el año 1992.

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Heridas de guerra

¿Cómo llegar a Sarajevo desde Mostar?

 

Como dije, Sarajevo fue mi tercera parada (y más esperada) en el viaje. Llegué desde Mostar en autobús. La compañía que opera este trayecto es Autoprevoz-Bus, con salidas diarias a Sarajevo a las 6.00, 7.00, 9.00, 11.00, 15.00 y 18.15 horas. Por supuesto, lo mejor es confirmarlo en la propia estación. Si no recuerdo mal, el viaje sería de unas tres horas (pese a que son poco más de 100 kilómetros).

Viajar de Mostar a Sarajevo en bus tiene un precio de 20 marcos (la moneda oficial es el Marco Convertible (KM): 1€= 1,95 KM). ¡Ah! No olvides preparar un marco si vas a meter una maleta en el maletero del bus porque te lo exigirán.

¿Qué ver en Sarajevo?

Aunque en un principio estaría dos noches en Sarajevo (o, como mucho, tres), lo cierto es que acabaron siendo cuatro por circunstancias que contaré más adelante. Así, tuve tiempo de pasear tranquilamente por sus calles, sentarme en algún bar típico a tomar café, fumar cachimba o beber cerveza, perderme en parques, deambular por sus zocos, visitar algunos escenarios de la guerra, montar en tranvía…

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«El hombre multicultural construirá el mundo»

– Calle Marsala Tita. La principal vía de Sarajevo, cómo no, sirve de homenaje al mariscal Tito. Comienza en «la llama eterna» (en honor a los caídos en la II Guerra Mundial) y conecta con Ferhadija, la calle más famosa de Sarajevo. Si la recorres, te encontrarás a mano derecha un monumento en honor a los niños que murieron durante el conflicto balcánico, así como la mezquita Ali Pasha.

– Calle Ferhadija. Si caminas por esta céntrica calle, encontrarás edificios religiosos como la Catedral del Sagrado Corazón, la mezquita de Gazi-Husrev Bey, la Galería 11/07/95 (dedicada a la tragedia de Srebrenica) o la Torre del Reloj.

– Bascarsija. Punto neurálgico que ver en Sarajevo. Cuando estuve, fue una mala suerte que estuviera en obras, pero eso no fue impedimento para perderme en sus zocos y preciosos bares repletos de gente fumando cachimba (¡¡a solo 3€!!). Si algo destaca en esta plaza es la fuente Sebilj. Dicen que aquel que bebe de ella, acabará volviendo a Sarajevo.

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Alrededores de Bascarsija
 

– Calle Obala Kulina. Se trata de la avenida que discurre paralela al río y que alberga varios sitios de interés e historias que merece la pena saber. Me resultó curioso enterarme de que esta avenida se denominó ‘Adolfa Hitlera’ entre los años 1941 y 1945, tal y como acredita una placa (en Sarajevo, cada calle incluye una placa que cuenta la historia de la misma). Atención también al Museo de Sarajevo, que hace esquina. Quizás no lo sabías pero fue aquí donde comenzó la I Guerra Mundial.

Un día de junio de 1914, en tiempos del Imperio Austrohúngaro, el archiduque Franz Ferdinand, heredero a la corona, visitaba Sarajevo y fue asesinado junto a su mujer a manos de Gavrilo Princip, un joven serbio que buscaba la independencia de Bosnia de Austria-Hungría. El atentado hizo que estallara la I Guerra Mundial. Justo enfrente está el puente más famoso que ver en Sarajevo, el Puente Latino, en el que hay una placa que recuerda este incidente.

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Sarajevo

Biblioteca. Si continúas andando, observarás un llamativo edificio de tonos anaranjados. Se trata de la Biblioteca Nacional y antiguo Ayuntamiento. En la entrada, una placa conmemorativa alude a la devastación que sufrió durante la Guerra de los Balcanes: En este lugar, los criminales serbios en la noche del 25 al 26 de agosto de 1992 incendiaron la Biblioteca Nacional de Bosnia y Herzegovina. Más de 2 millones de libros y documentos fueron quemados. No lo olvides.

El origen de este edificio que, como decimos, fue el Ayuntamiento anteriormente, puede explicarse a través de una curiosa historia. Y es que parece ser que cuando Bosnia estaba bajo ocupación de los austrohúngaros, estos quisieron construir el Ayuntamiento en la orilla derecha del río, pero en ese exacto lugar estaba la casa de un señor bosnio bastante tozudo. El caso es que este les dijo que les cedería la localización siempre y cuando movieran su casa ladrillo a ladrillo a la otra orilla. Efectivamente, el hombre consiguió su propósito. En la actualidad, su casa es el restaurante ‘Inat Kuca’, al otro lado del puente.

– Fortaleza Amarilla. Un estupendo mirador de la ciudad. Para llegar hasta ella hay que atravesar uno de los muchos cementerios que acoge Sarajevo. Es sobrecogedor comprobar que gran parte de las tumbas pertenecen a bosnios que murieron entre 1992 y 1995, es decir, a causa del conflicto.

– Mercado de Markale. Mi hostel se encontraba a pocos minutos de este mercado, que el trágico destino se encargó de brindarle cierta popularidad. El 5 de febrero de 1994 una bomba acabó con la vida de 67 personas y dejó más de un centenar de heridos.

– Rosas de Sarajevo. Un detalle curioso que ver en Sarajevo son las denominadas «rosas» que se extienden por ciertos puntos de la ciudad. Durante el conflicto, Sarajevo recibió una media de 330 impactos de bala por día, marcando las calles para siempre. Por ello, se decidió rellenar algunas de ellas con pintura roja, como modo de rememorar a aquellos que fueron asesinados a causa de estas balas.

– Túnel de Sarajevo. A las afueras de la capital bosnia se halla uno de los sitios más insólitos que visitar. El Túnel de Sarajevo o «Túnel de la esperanza» se construyó durante el largo sitio de Sarajevo con el objetivo de suministrar a la población alimentos y armas de guerra. Se erigió para conectar la ciudad con el aeropuerto en una zona controlada por Naciones Unidas. Durante la visita, podrás comprobar en los mapas el alcance real del asedio de Sarajevo, rodeada casi en su totalidad por el ejército serbio. Según las estimaciones, el túnel midió unos 800 metros de largo, aunque, actualmente, están abiertos al público apenas 25 metros.

No necesitarás caminar mucho para sentir cierto agobio, sobre todo por su escasa altura (1,60 m.). La entrada al túnel cuesta 10 KM y para llegar hay que tomar el tranvía 3 con dirección a Ilidza (siéntate en la parte derecha para observar la Avenida de los Francotiradores/ Bulevar Mese Selimovica. Que ¿por qué se llama así? Porque durante la guerra, el ejército serbio disparaba a cualquiera que pasara por allí. Muchos edificios aún dan fe de ello). Una vez en Ilidza, hay que coger el autobús 32. ¡¡Pregunta al conductor dónde tienes que bajarte si no quieres acabar de nuevo en el lugar donde cogiste el bus!! Eso me ocurrió a mí, jaja.

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En 1984 Sarajevo fue ciudad olímpica; en 1992, una en guerra

–  Vrelo Bosne. El día que visites el túnel, puedes aprovechar en Ilidza para acercarte a este lugar tan maravilloso. Vrelo Bosne es un parque precioso lleno de puentes, lagos y vegetación. No obstante, lo que más me gustó fue el camino hasta él. Es un sendero flanqueado por árboles larguiruchos que me pareció idílico en otoño. Son aproximadamente 40 minutos de caminata hasta llegar a Vrelo Bosne (más la vuelta, claro), pero merece la pena.

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De camino a Vrelo Bosne


Bares guays de Sarajevo

Llegué a Sarajevo con cierta ventaja en lo que a bares respecta, ya que una amiga mía que había vivido allí unos meses me recomendó algunos muy chulos. Paseando por Bascarsija, lo que sí tenía claro era que quería probar uno de shishas y, finalmente, el último día entré en uno increíble, del que no recuerdo el nombre. Me tomé una bebida de rosas y fumé junto a un amigo una shisha y fue uno de los momentos que recuerdo con más cariño de la estancia. Es totalmente cierto eso de que los pequeños momentos son los que hacen que la vida valga la pena.

Otros bares estupendos de los que sí recuerdo el nombre son:

– Zlatna Ribica. Traducido a español como «pez de oro», este bar es muy muy pintoresco y su decoración no te dejará indiferente. Recomendado 100%.

– Kino Bosna. Un antiguo cine (con butacas y todo) transformado en un bar un tanto decadente. El día que yo fui había un concierto de góticos/diabólicos que daban mucho miedito pero, aun así, ¡no puedo evitar que me guste lo diferente/siniestro!

– Biban. Descrito por mi amiga como un «café con vistas». Para llegar hay que pasar por un cementerio, subir cuestas, andar por una carretera y subir más cuestas. Cuando pensabas que «estas no estaban siendo para tanto», de repente te toparás con la madre de todas las cuestas, lo que significará que, aunque casi estés sin aliento, ya te ubicas cerca. Menos mal que las vistas y el café te curarán los males.

– Balkan Express. Un bar normalito en el centro que, por lo visto, es muy popular entre los jóvenes.


Mi experiencia en Sarajevo

Cuando planeas tu próximo destino de un día para otro, lo cierto es que apenas te da tiempo averiguar algo tan importante como el cómo llegar de la estación de autobús a tu hostel. Pregunté por la parada de tranvía y, afortunadamente, no tuve que esperar nada. Mi parada era Katedrala, en el supercentro. Mi hostel, Franz Ferdinand, justo al lado de la Catedral del Sagrado Corazón. Sin duda, el mejor hostel de todo el viaje: muy nuevo, limpio y lleno de gente (no como en el de Mostar, jaja). Además, me flipó mi habitación, ya que las camas (quizás echándole imaginación) me recordaron a los hoteles cápsula de Japón.

El primer día allí me dediqué a recorrer Ferhadija, Marsala Tita y Bascarsija. Me apunté a un free walking tour del hostel que me descubrió sitios que tanto me impactaron como el Mercado de Markale y lo que ocurrió en él, a escasos 5 minutos de mi hostel. Esa noche, además, había quedado con un chico italiano que había conocido en Couchsurfing y que tan bien se portó conmigo. Cenamos en un sitio maravilloso (Barhana), de madera, con una amiga suya de Sarajevo. Luego tomamos algo en Zlatna Ribica y me invitó a una fiesta de Halloween, lo que me animó a prolongar mi estancia en Sarajevo un día más.

Al día siguiente visité el Túnel de Sarajevo y me impresionó muchísimo. A la salida, un señor que regentaba una tienda de souvenirs me preguntó qué me había parecido la visita y me contó que él había colaborado en su construcción. Estuvimos un rato charlando sobre la guerra y tratando de resolver mis dudas (que no son pocas). Aquel señor tan afable, posteriormente, me preguntó que si no tenía nada mejor que hacer, podía cerrar su tienda en ese instante e irnos de excursión juntos a ver algún paraje natural en coche. Me dijo que le gustaba pasar el tiempo con jovencitas y, supongo que para convencerme, me mostró fotos de chicas viajeras con él en diferentes momentos. Me daba una pereza horrible ir con él, así que, de buenas maneras, rechacé su invitación.

Entonces, eché el resto del día en Vrelo Bosne. Me encantó pasear por aquel sendero lleno de árboles. Sin duda, otro de esos «momentos» que hacen un viaje especial. Por la noche, conocí en el hostel a un chico peruano (llevaba sin hablar español mil años, por lo menos) y decidimos tomar una cerveza por ahí. El elegido fue Kino Bosna. El ambiente del local era bastante siniestro y raro, pero yo estaba encantada. Sin embargo, a él no pareció hacerle mucha gracia, así que cambiamos a Balkan Express, bar en el que conocimos a unos chicos que estaban de Erasmus.

El tercer día, el chico peruano y yo fuimos a visitar la Fortaleza amarilla. Caminamos por la zona, ya que, muy cerca, parece ser, se encontraba el refugio del ejército serbio durante el conflicto de los Balcanes. Él tenía que irse, así que yo pensé en ir a caminar por la orilla del río, pasando el edificio de la Biblioteca. El paseo fue muy bonito, en un parque dominado por las hojas de otoño. Después de andar muchísimo, llegué a un puente de piedra y di la vuelta. Esa noche era la fiesta de Halloween, a la que iría con Marco, el chico italiano. No fue fiesta como tal, pero me dio la oportunidad de conocer a más gente. Esa fue mi última noche en Sarajevo antes de llegar al siguiente punto en la ruta: Tuzla, también en Bosnia.

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