Viaje a los Balcanes. 2ª parada: Mostar

Qué ver en Mostar

Mostar me recibió con olor a Navidad. Pensé, entonces, que el comienzo no podría haber sido mejor. Quienes quieran quitarme la ilusión dirán que, en realidad, solo olía a chimeneas y quizás tengan razón. Ahí estaba yo, recién llegada de Dubrovnik, de noche y en busca de mi hostel. El viaje para ver Mostar había sido relativamente largo, a pesar de los escasos 150 kilómetros que separan ambas ciudades. En este viaje, me di cuenta de que, en ocasiones, 100 km no es sinónimo de una hora.

Me hubiera encantado cruzar la frontera entre Croacia y Bosnia de día, ya que dicen que los paisajes son preciosos, pero, dado que anochecía a las 17.00 horas, fue imposible. Sin embargo, pese a no ver mucho a través de las ventanas del autobús, recuerdo perfectamente la emoción que sentí al llegar, por fin, a Bosnia y Herzegovina.

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Increíble Mostar

Un poco de información e historia…

Mostar es, quizás, el destino más turístico de Bosnia y Herzegovina y la capital de Herzegovina, región que ocupa más o menos la mitad inferior del país. Cuenta con una población aproximada de 130.000 habitantes, lo que la convierte en la segunda ciudad bosnia más grande.

Si por algo es conocido Mostar es por el puente (Stari Most) que se erige sobre el río Neretva y que fue construido en el siglo XVI, aunque destruido en 1993 durante el conflicto de los Balcanes. Fue reconstruido en el año 2004 como símbolo de reconciliación entre bosnios musulmanes y croatas. No en vano, ambas comunidades que habitan la ciudad (cada una se asienta sobre una orilla del río) a partir de esa fecha volvieron a unirse simbólicamente gracias al puente.

Después de la guerra de Bosnia, gran parte de los edificios de Mostar han sido reconstruidos, aunque ha sido imposible eliminar todas las muestras y heridas del conflicto.

Una vez, un premio Nobel escribió: «Cuando pasas una noche en Mostar, no es el ruido el que te despierta por la mañana, sino la luz».

Como en el resto de Bosnia y Herzegovina, la moneda oficial es el Marco Convertible (KM): 1€= 1,95 KM.

¿Cómo llegar a Mostar desde Dubrovnik?

Para ver Mostar, yo llegué desde Dubrovnik, de modo que es la única vía que conozco. Fue el primer autobús que cogí en mi viaje a los Balcanes (si exceptúo el que me llevaría al casco histórico de Dubrovnik desde el aeropuerto). Lo primero que me sorprendió fueron las carreteras y la pachorra de los conductores.

Por esas tierras las autovías escasean, de modo que mala suerte si delante de tu autobús hay un camión y a la cabeza, un tractor: tocará ir lento, claro. Además, los conductores no se estresan, pues van con su cigarro en una mano y el volante en la otra (uno de los dos puede ser sustituido con frecuencia por el móvil). Por supuesto, lo de autobuses directos, ni soñarlo. Aprende a disfrutar del viaje porque pararás en los 500 pueblos que separan el origen de tu destino.

Viajar en autobús de Dubrovnik a Mostar, si no recuerdo mal, me costó alrededor de 15 euros (en moneda croata) y tardé algo así como tres horas. No olvides sentarte en la parte izquierda del autobús: los primeros minutos de trayecto son impresionantes.

Algo a lo que tendrás que acostumbrarte si coges el autobús por los Balcanes es a pagar por pieza de equipaje que irá en el maletero (unos 50 céntimos en moneda local).

Desde la estación de autobús de Mostar es muy sencillo alcanzar el centro. A mano izquierda encontrarás la calle Marsala Tita. Síguela durante 15 minutos.

¿Qué ver en Mostar?

 

La calle paralela a Marsala Tita (si te fijas, muchas ciudades -o igual todas, no sé- de los países de la antigua Yugoslavia tienen una calle con este nombre), después de recorrerla durante 15 minutos desde la estación de autobuses, es la que alberga el epicentro del casco histórico de Mostar.

  • Puente Viejo (Stari Most). Como dice mi guía, no importa las veces que pases por él durante tu visita, siempre será especial. En él sucede algo muy curioso y es que varios jóvenes ofrecen una especie de espectáculo: tirarse al frío Neretva. Eso sí, previamente deben recaudar entre los curiosos una cantidad específica de dinero a modo de propina. Por lo visto, arrojarse desde el puente supone un gran riesgo para sus vidas, a juzgar por sus más de 20 metros de altura. Desde 2005, el puente está en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Las piedras que pueden observarse bajo el Stari Most a orillas del Neretva formaron parte en su día de este puente, antes de ser destruido en la guerra.
  • Parte antigua a ambos lados del puente. Dicen los locales que sabes que estás en la parte antigua de Mostar cuando andas sobre calles empedradas. Date una vuelta por los zocos (te sentirás como en Marruecos, pero a lo europeo); acércate a la mezquita Karadozbegova; baja a la orilla del río Neretva, justo debajo del puente; encuentra el Kriva Cuprija (puente inclinado), que sirvió de modelo para reconstruir el Stari Most; visita el Museo de Herzegovina, etc.
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Mezquita Karadozbegova
  • Plaza de España (Spanish Square). En Mostar hay una plaza homenaje a los militares españoles que murieron mientras participaban en las misiones de Bosnia. Lo más llamativo de la plaza es el Gymnasium, un instituto. Me llamó la atención también enfrente un enorme edificio gris cadavérico. No es el único así, ya que Mostar está plagado de inmuebles medio derruidos.

¿Qué comer y beber en Mostar?

 

En Bosnia tienen mucho éxito las «pekaras», unas panaderías donde venden dulces y salados sabrosísimos. En ellas podrás probar las famosas «krompirusa» (especie de hojaldre relleno de patata) y otras «pitas» (como los bosnios llaman a esta clase de comida) rellenas de queso, espinacas o carne. Su precio es irrisorio, están muy buenas y ¡te quedas híper llena! En la mayoría de los establecimientos, las suelen acompañar con una salsa de yogur, también muy rica.

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Cevapi típico

Por supuesto, al ver Mostar encontrarás multitud de restaurantes para probar el cevapi (del que ya hablaba en la anterior entrada) y acompañarlo con una ‘Sarajevsko’, una cerveza.

Si te gustan las granadas, estás de suerte porque esta es la fruta emblemática de Bosnia y Herzegovina y hay diversos puestos callejeros que venden zumos naturales.

Mi experiencia en Mostar


Aunque llegar a mi hostel desde la estación de autobús era bien fácil, lo cierto es que me perdí un poco. Era ya de noche (como siempre que llegaba a una ciudad nueva) y estaba emocionada con aquello de que olía a Navidad y de que, por fin, estaba en Bosnia e iba a ver Mostar. Indescriptible lo que sentí al ver por vez primera, en penumbra, el Stari Most, con la espalda dolorida de andar tan cargada, con frío y con hambre. Me dio igual y me quedé ahí contemplándolo unos segundos, mientras me decía a mí misma lo afortunada que era por estar allí.

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Elegí el Hostel Nina por recomendación a través de Couchsurfing. Lo mejor, el desayuno: abundante, casero y rico (como me gusta a mí). Sin embargo, no había muchos viajeros y era más bien un hostel familiar. Por poner un ejemplo: en mi habitación de ocho personas, solo estábamos un londinense y yo.

Al día siguiente de llegar (mapa en mano), salí a descubrir y ver Mostar. Por la tarde, además, había quedado en unirme al Free Walking Tour de Mostar(para quien no lo sepa, son rutas turísticas gratis, solo das una propina al final). Pensé que así conocería a más personas.

Me encantó el puente (bien sabia mi guía: «pasarás mil veces por ahí…») y me supo a gloria el cevapi y cerveza que tomé para comer. El casco antiguo se ve rápido porque es pequeñito y puedes ir parándote y comprar (o solo ver) en el bazar.

A eso de las 16.30 había quedado en Gymasium con el chico del free tour. ¡Cuál fue mi sorpresa cuando comprobé que sería un tour para mí sola! ¡Sí que estaba baja la temporada, sí! El chaval, muy simpático, me dio un paseo muy interesante. Empezamos por un edificio del Gobierno, que, según me contó, había sido incendiado en las revueltas de 2014. Me explicó que, para un turista que está allí de paso, es inapreciable, pero lo cierto es que, 20 años después de la guerra, aún hay tensiones entre los croatas y bosnios de Mostar.

Además, trató de explicarme un poco el sistema político de Bosnia y Herzegovina. En primer lugar, es un país dividido en dos entidades: la Federación de Bosnia y Herzegovina (de población musulmana y croata) y la República Srpska (habitada por serbios). Respecto a presidentes, hay tres (uno por cada comunidad) y van turnándose. Y es que en su opinión, los bosnios son «inteligentes, amables pero muy complicados».

Al día siguiente, me iría a Sarajevo, pero antes hice una excursión a un lugar muy bonito y próximo a Mostar al que es posible ir en transporte público: Blagaj. El mayor atractivo (me atrevería a decir el único) es la casa turca junto al río Buna. Es este solo uno de los tres sitios que tenía intención de conocer en Herzegovina, imposibles de visitar si no cuentas con coche o contratas una excursión: las Cascadas de Kravica y el pueblo de Pocitelj. Tendré que dejarlo para otra ocasión.

Los más beatos pueden disfrutar de lo lindo en Herzegovina, ya que en esta región se encuentra Medjugorje, uno de los mayores focos de peregrinación del mundo.

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Blagaj

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