Estambul es de esas ciudades a las que nunca importa volver. Es más, tanto la segunda vez como esta, la tercera, las cogí casi con tanta ilusión como la primera. Lo bueno de repetir sitios es que siempre vas a descubrir algo nuevo aunque parezca que hagas lo mismo. Eso sí, hay 28 cosas que, ya te adelanto, vas a hacer en Estambul sí o sí. Qué le vamos a hacer, los turistas cada vez somos menos originales.
1. Beber té a todas horas
¿No quieres té? Pues toma dos tazas. En Estambul vas a beberlo hasta reventar, no solo porque es la bebida por excelencia, sino porque siempre-siempre te lo ofrecen como cortesía después de cada comida y cena. Además, en los bazares, también es común que te inviten a un té después de hacer una compra. Y acompañado de dulces turcos, claro.
2. Ligar, sobre todo si estás de buen ver como yo
En Estambul no me ha salido marido porque no he querido, porque pretendientes, unos cuantos. Es muy chistoso que los turcos no se cortan ni un pelo al lanzarte piropos, ni aunque estés con tu madre. Son unos conquistadores natos. La pasión turca seguro que no exagera ni un poquito.
3. Hacer cola en la Mezquita Azul para que te den una bolsa para guardar tus zapatos
La Mezquita Azul es uno de los atractivos indiscutibles de Estambul, de ahí que sea lógico hacer un poco de cola para entrar. El acceso es gratuito, pero, eso sí, tendrás que esperar a que un amable señor te obsequie con una bolsa de plástico para guardar tus zapatos. Así que ya sabes, ponte unos calcetines bonitos.
4. Cruzar el Puente Gálata por arriba y abajo
El archiconocido Puente Gálata tiene dos ambientes. Abajo, está repleto de restaurantes y cafés en los que sentarte a tomar un té (si te han quedado ganas de más) y fumar cachimba. Arriba, tendrás la oportunidad de contemplar a una hilera de pescadores que echan sus cañas y ven la vida pasar.
5. Fliparlo con los puestos de lámparas del Gran Bazar
El Gran Bazar es maravilloso y llamativo en cada rincón. Sin embargo, especialmente bonitos son los puestos de lámparas. Debe ser bajo el porcentaje de viajeros que no carga con una en su viaje a Estambul. Si no compras una lámpara, seguro que es porque has comprado una alfombra o un juego de té o unos monederos de estos que están por todas partes y ya no te cabe nada más en la maleta.
6. Subir a la Mezquita de Suleyman
La Mezquita Azul es guay y hay que verla, pero, sinceramente, el hecho de que esté llena de turistas con bolsas de plástico en la mano y palos selfi hace que pierda un poco de encanto. La Mezquita de Suleyman es enorme y mucho menos bulliciosa, por lo que tendrás la oportunidad de ver un ambiente más auténtico. Además, las vistas de Estambul son maravillosas desde los jardines.
7. Recorrer la calle Istiklal Cadessi y pensar: ‘Esta es la calle Preciados de Estambul’
La calle Istiklal, al otro lado del Puente Gálata, es la equivalente a la calle Preciados o Gran Vía de Madrid. Se trata de una avenida comercial en toda regla que te hará olvidarte por un momento de que te encuentras en la histórica y mágica Estambul.
8. Hacer un tour por el Estrecho del Bósforo
El tour del Bósforo es algo en lo que todos los turistas caemos. Los ferrys salen cada hora desde el muelle de Eminönü y el precio son 20 liras turcas. El recorrido es circular y dura una hora y media. Que sí, que será una turistada, pero es barato y mola.
9. Comerte un bocadillo de balik en los barcos vikingos de Eminönü
Eminönü es, en mi opinión, uno de los rincones más encantadores de Estambul. Está lleno de puestos de comida y siempre está muy animado. Además, en el muelle hay atracados tres barcos de estética vikinga que se encargan de preparar ricos bocadillos de balik, un tipo de pescado que tienes que probar sí o sí.
10. Pedir un helado turco y reírte (ya entenderás por qué)
El helado turco es una combinación de helado y chicle, pero está delicioso. Reconocerás los puestos porque tienen recipientes de metal y un señor ataviado con un chaleco muy gracioso se encarga de golpearlos y llamar la atención de los turistas con un palo metálico. Te reirás mucho, pero no te puedo decir por qué (y no, no es porque el helado contenga una sustancia alucinógena).
11. Cruzar a Üsküdar para sentirte en Asia
Como sabes, Estambul tiene parte europea y parte asiática. A solo unos minutos en ferry, podrás llegar a Asia, concretamente, a la zona de Üsküdar. Aquí podrás ver más de cerca La Torre de la Doncella (que ya habías visto en el tour del Bósforo). Es el momento de que, con ella enfrente, leas la leyenda sobre esta torre.
12. Relamerte con los kebabs, lahmacun, gözleme, pide, urfa, adana…
La comida turca está rica (especialmente si eres carnívoro), pero más que eso es que la presentación se la curran mucho. No solo verás en el plato tu pieza de carne pedida, sino que se acompaña de un ejército de verduritas a la parrilla, salsas, pan de pita, etc.
13. Mojar sin fin en las salsas ese pan típico inflado que siempre ponen de aperitivo
Así como en España te ponen unos cacahuetes o unas aceitunas para que la espera de tu almuerzo se haga más llevadera, en Estambul siempre sirven un pan inflado recién hecho. A su lado, dos salsas, para que mojes y mojes sin fin hasta que llegue tu comida.
14. Beber zumo de granada, pomelo o naranja
Casi en cada esquina hay un puesto de zumos de granada, pomelo o naranja que te hacen en el momento. Probarlos es imprescindible, pues, además de buenos y saludables, el precio es irrisorio.
15. Entrar en Santa Sofía y ser consciente de su historia
Santa Sofía o Hagia Sophia es otro de los monumentos más representativos de Estambul. Se trata, junto con la Mezquita Azul, de la joya de la emblemática plaza Sultanahmet. Su interior es impresionante, pero más lo es conocer un poco de su historia. Hoy convertida en museo, fue 900 años utilizada como iglesia, mientras que apenas 500 como mezquita.
16. Adentrarte en la oscuridad de la Cisterna Basílica
La Cisterna Basílica se localiza a un paso de Sultanahmet. Se trata de un lugar idílico, en el que la oscuridad y el susurro del agua deberían ser los únicos protagonistas. Así, es inevitable pensar que, si no fuera por el escándalo de las decenas de turistas que van a entrar a la vez que tú, sería un lugar mágico.
17. Hacerte selfis en las mezquitas con el pañuelo en la cabeza
Si eres mujer, hay algo que hemos hecho todas. Y es que eso de llevar un pañuelo en la cabeza nos parece lo más exótico del mundo, de ahí que sea difícil resistirse a tomarse uno (o varios) selfis con ese nuevo look.
18. Sumarte a la tradición turca de beber Ayran
Además del té, la otra bebida por excelencia es el Ayran, una especie de yogur bebido más amargo de lo que esperarías. Aunque su sabor no sea lo más, no sabes por qué, pero te lo pedirás más a menudo de lo que hubieras creído.
19. Hacer pis (u otras cosas) en un agujero en el suelo
Si el bar o el restaurante no es de estos modernos, es más que probable que en el baño te espere una sorpresita. Esa sorpresita se llama agujero en el suelo en el que tendrás que hacer tus necesidades.
20. Decir merhaba (hola) con naturalidad, pero atascarte en el ‘gracias’
Una de las cosas más guays de viajar es que puedes intentar integrarte en el destino chapurreando algunas palabras. ‘Hola’ en turco, afortunadamente, tiene una pronunciación sencilla, pero cuando intentes ir más allá (y no mucho más, simplemente aprender a decir ‘gracias’), verás cómo la cosa se complica.
21. Entrar en el Bazar de las Especias y no poder resistirte
En el Bazar de las Especias todo son aromas y colores. De ahí que te sientas tentado a comprar alguna especia o varias. Eso, sabiendo que tú más allá de la pimienta y el orégano en la cocina te pierdes.
22. Caer en la tentación de comprar dulces turcos o baklava aunque te resulten empalagosos
Con los dulces turcos pasa como con las alfombras: ir a Estambul y no comprar es casi como no haber estado.
23. Ver el atardecer en el muelle, junto a la antigua estación del Orient Express en Sirkeci
Un poco más abajo de Sirkeci, hay unos bancos de piedra en los que sentarte durante unos minutos para ver cómo atardece sobre Estambul. A estas horas del día, la otra orilla, con la Torre del Gálata como estandarte, luce bien cuqui.
24. Cenar pescado en Kumpaki
El barrio de Kumpaki fue el descubrimiento de este último viaje a Estambul. En él encontrarás una calle llena de restaurantes glamourosos donde comer pescado fresco y a buen precio.
25. Preguntarte si eso que ves es el Cuerno de Oro o el Estrecho del Bósforo
Esta es la eterna duda de los visitantes: saber dónde acaba uno y empieza el otro. A mí, después de tres veces, creo que me ha quedado más o menos claro.
26. Abandonar los desayunos continentales y sustituirlos por tomates, pepinos y queso feta
El desayuno tradicional turco se compone de tomate, pepino, aceitunas negras y queso feta, fundamentalmente. Aunque no parece lo más apetitoso del mundo, al final no queda otra que acostumbrarse.
27. Confirmar que la Mezquita de Ortaköy es uno de los rincones más especiales de Estambul
La placita donde se ubica la Mezquita de Ortaköy es mi sitio preferido de Estambul, aunque, eso sí, está a tomar vientos. Avisado quedas.
28. Fotografiar la Mezquita Nueva desde todas las perspectivas posibles
Por su localización, la Mezquita Nueva está presente en las panorámicas más famosas de Estambul. Acuérdate de lo que te digo: la fotografiarás desde todas las perspectivas posibles, así como la Torre del Gálata.